EN NUESTRO CONSULTORIO por Rufino Arco: A Raúl






































Por Rufino Arco (Desde España)

rufinoarco@gmail.com

Escribe Raúl a este consultorio porque muchas veces en su día a día se encuentra con la situación de tener que decir que si a una petición de otra persona, cuando en realidad quisiera decir que no.

Antes de entrar en profundidad en el tema, es importante aclarar que hay veces en que la opción prácticamente no existe, en términos generales, por ejemplo, cuando es un deber jurídico o temas profesionales. Así que esas situaciones vamos a dejarlas apartadas en este caso.

Debo de añadir también, que este es un tema muy extendido, tanto, que hasta a mí mismo a veces me pilla con la guardia baja y acabo haciendo algo que luego me digo: ¡Pero si esto en realidad no quiero hacerlo!  ¿Por qué dije que sí?

Nos educan en el conformismo, al menos en la cultura occidental dentro de la que casi todxs crecemos, y nos vamos convirtiendo en personas que preferimos evitar el conflicto, y que vamos construyendo una valoración social que dependerá en grado de la consideración que de nosotrxs vamos  apreciando de lxs demás. Ya sabéis, la importancia de ser aceptadx y de no decepcionar las expectativas que de nostrxs tienen. Encajar en el grupo.

Esta educación ha hecho que se grabe a fuego en nuestro cerebro la idea de que decir que “no” es algo que nos hace sentirnos culpables.

Esta variante tiene un componente de moral muy importante, y sobre el que debemos reflexionar y ser sincerxs con nosotrxs mismxs. Cada persona es un mundo. Las hay que son inmensamente felices dando y dando sin importar en absoluto no recibir nada a cambio, en ese caso, decir que si es algo que encajan perfectamente. Hay otras personas que dicen que “si” para “no quedar mal” y luego entran en conflicto interno, cuando no reciben nada a cambio, ni agradecimientos siquiera, o cuando se ven realizando algún acto que en realidad les hace sentir incomodidad.

Comencemos a abordar esto planteándonos una circunstancia clave. No auto-traicionarnos. Pensar muy detenidamente si lo que nos piden nos apetece, sopesando nuestros sentimientos al respecto, para así poder saber que queremos y que no queremos. Por lo tanto, si te hacen una propuesta sobre la que tienes dudas, la primera opción que te planteo es decir que responderás en un tiempo; es mejor no dar una respuesta inmediata, porque, previamente, hay trabajo interno que realizar. Date tiempo para hacer los deberes.

Tras este espacio de tiempo, que para algunas personas puede ser unos minutos y para otras personas días, llega el momento de decidir si vamos a aceptar o no hacer algo que no nos apetece.

Porque, oye, hay muchas situaciones en las que puede tener sentido decir que si, por poner ejemplos, no te apetece hacer una actividad concreta con alguien pero sabes que es importante para esta persona y disfrutas viendo a ella disfrutar, consideras que es bueno para la comunidad en general, crees que aportas algo positivo a otra personas, en el cómputo global es algo que te aporta algo como persona, te supone experimentar algo nuevo, etcétera.


Si dices que si en estas circunstancias, se consciente de ello, de que es tu elección decir si, por lo que no cabe reproche alguno, ni hacia la persona que te hizo la propuesta, ni, esto es importante, hacia ti. Trátate bien, acepta que tomaste esa decisión, y disfruta de su desarrollo, porque, aunque pases un mal rato, siempre hay algo de lo que se aprende.
Si no te apetece. Di no. Punto. Es tu ejercicio de crecimiento personal del día.
Yo uso una técnica, pienso en el dicho “ante el defecto de pedir, la virtud de no dar”.
Porque no olvidemos que cuando alguien pide un favor o propone un plan, está pidiéndonos algo muy importante, nuestro tiempo. Que si bien esa persona puede no valorar, nosotrxs si que vamos a hacerlo,  porque nos merecemos tener el control de nuestra vida, para eso es nuestra.

Ten la libertad de decir las palabras: “mira, lo siento, pero la verdad, no me apetece”.
Eso te da valor, te da seguridad sobre ti mismo, y es una decisión que debe ser aceptada. Si una persona te quiere de verdad, de manera sana, va a entender tu decisión y no va a querer que hagas algo que realmente no te apetece. Si no toma esa postura, tal vez hayas encontrado la manera ideal de eliminar esa persona tóxica de tu vida.

Este proceso puede resultar difícil, lo sé, a mí me lo resulta a veces, pero como  todo en esta vida es algo que se aprende, con la práctica y con información, información que vas a obtener hablado contigo mismx. Ni más, ni menos.

Raúl estaba empezando este proceso cuando hablamos del tema, y le di una idea, una idea que es más vieja que el tiempo. Si ves que aun no estás preparado para decir “no me apetece” ante este compromiso que se te plantea, pon una excusa. Tal cual. Y hazlo sin remordimiento, que es la clave. Se consciente de que esta es una medida provisional que se toma, teniendo en consideración que hay personas para las que entrar en conflicto es algo que las desmorona. Frente a esto, pon una excusa, una excusa habiendo reflexionado sobre la necesidad de usarla, y habiendo tomado esa decisión de manera consciente, valorando tu tiempo y siendo consciente de tus circunstancias personales. Sin remordimiento, insisto.

Porque la mayor parte de estas situaciones, decir que SI significa decir que NO a tus principios, y dejar a otra persona usar sus herramientas (algo que es perfectamente legítimo y que no vamos a juzgar) sobre tú y tus decisiones de vida, un terreno en el que no debe tener acceso.

Mantén siempre presente la clave de la situación: para estar en armonía contigo mismx, siente que eres dueñx de tus elecciones, y que tomes la decisión que tomes, acéptala, sea en un sentido o en el otro.

Y por último, y tras leer este texto, recuerda: pedir un favor puede resultar algo trivial, pero para la persona que lo recibe puede ser algo complejo;  y por supuesto, plantéate como posible el recibir un  “no” por respuesta. Un “no” que ya estás preparado para aceptar con asertividad. 

Comentarios