ORGULLO 2020 / EL RINCÓN DE DANN DE DANIEL RUIZ VALDERRAMA: He recordado

Por Daniel Ruiz Valderrama (Desde Barcelona, España)

Síguelo en IG.

El olvido es algo inevitable en nosotros los seres humanos, tendemos a olvidar aquello que ya no practicamos, aquello que deja de ser relevante o a personas cuando se prolonga su ausencia. Pero desde mi punto de vista la peor perdida es cuando olvidamos quienes somos. 

La sociedad en la que vivimos es supremamente adictiva y demandante y deja muy poco tiempo para pensar, para reflexionar, aburrirse y recordar. Nos hemos perdido tanto que estamos adictos a nuestros móviles, ansiosos ante cualquier mensaje y pensando que lo más interesante, estemos con quien estemos, siempre está a punto de aparecer en nuestra pantalla. Cuando creces en cualquier sociedad o llegas a un lugar, sea por que te mudaste a un nuevo barrio o por que te mudaste de ciudad, entras en un sistema que ya estaba funcionando y nuestro primer instinto es integrarse en esas dinámicas para poder “ser feliz”. 

Es casi imposible no reaccionar de esta manera por que es lo que nuestros padres nos llevan diciendo toda la vida: haz un esfuerzo, prueba de hacer esas actividades, igual y te terminan gustando, relacionate con tus amigos (amigos que no escogí pero es con quien iba a clase en el colegio que mis padres escogieron para mi). Hay una presión intangible para que una persona se integre a la dinámica del montón y como si fuera poco, hay grupos de personas radicales que se encargan de recordártelo y se pueden llamar por cualquiera de los siguientes nombres: bullies, jefes tóxicos, homofóbicos, partidos conservadores, racistas, religiones, los estatutos de “libertad” de cualquier constitución vigente, etc. 

Los últimos meses han sido como vivir “los juegos del hambre” dentro de la cabeza de cada persona a quien nos fue suficiente este tiempo para descubrir sentimientos tanto alegres como de tristeza que ni sabíamos que existían. Para los que no se vieron ¨Los juegos del hambre”, va sobre el sometimiento de distintos personajes con habilidades fuertes dentro de una esfera de la que no pueden salir por lo cual deben matar para sobrevivir, sacar lo peor que tienen dentro y mantener la mente ocupada para hacer que todo fuera un poco más fácil. Cada uno de nosotros tenemos distintas facetas y todas conviven dentro de nuestra personalidad, hay veces tenemos el espíritu fiestero, otras veces el intelectual, otras solo queremos estar solos y en otras ser el más social. 

En la vida cotidiana es fácil lidiar con estos espíritus, en su mayoría contradictorios, por que tienes los distintos entornos, amigos y situaciones en donde puedes satisfacer eso que quieres hacer. Pero cuando los encierras en un solo espacio sin tener nada más que el misterioso silencio del exterior y el extraño interior de tu casa. Entramos en modo sobrevivir, aguantar y mantenernos. 

Cada quien lo habrá hecho a su manera, otros puede que lo hagan después y desafortunadamente, muchos nunca lo harán; pero estoy seguro que quien miró para adentro seguramente tuvo un par de situaciones en donde inició una guerra interna, algunas disueltas por treguas o momentos de claridad y otras que dejaron marca y algunos heridos, principalmente, uno mismo. 

Lo más importante de todo esto, es que el aislamiento y la falta de contacto de calidad que hemos vivido en los últimos meses he pasado por euforia, motivación, creación de proyectos, celebraciones, tristeza, depresión, crisis existenciales, aislamiento personal, locura y por qué no, excesos, muchos excesos. Lo más importante y lo menos esperado  de toda esta situación es que RECORDÉ, recordé lo que se sentía ser yo cuando aun no me había convertido en un adicto a una o varias prácticas sociales. He recordado la pasión y ese fuego que tengo dentro, creado por lo mucho que me gusta mi trabajo y lo orgulloso que me sentía de la persona en quien había logrado convertirme. Recordé cuando me levantaba y podía sentir en mi cuerpo y en mi interior lo limpio que estaba, lo bien que funcionaba mi cuerpo entero y sobre todo, la claridad y la capacidad mental de la que nunca he dudado. He recordado lo que se siente ser invencible, he recordado lo que se siente ser independiente y desprendido de cualquier práctica o hábito social. Simplemente recordé lo libre que era. 

Esta cuarentena me ha dado el mejor regalo que alguien te puede dar y fue recordarme con algunos buenos momentos y un par de palizas quien soy de verdad. Ahora por momentos puedo sentarme en mi sofá, cerrar los ojos y hacer el esfuerzo para recordar cómo se sentía ser yo cuando nada podía vencerme y cuando no era dependiente de nada; en esos momentos puedo empezar a sentir como me sube la temperatura, me palpita más fuerte el corazón, siento mucha euforia dentro de mi y ganas de desarrollar miles de proyectos que había pausado. Es ahí cuando se te escapa una casi imperceptible sonrisa y te das cuenta que sigues siendo todo eso y mucho mas, solo que habías estado tan ocupado que habías olvidado como tenerlo presente. 

Esto no es del todo bueno, y créeme cuando digo que recordar es lo más fácil de todo este proceso por que al abrir los ojos de esta manera, lo que te vas a encontrar es un entorno inadecuado para tu evolución, un estilo de vida que has adoptado de otros, unos hábitos tóxicos y destructivos, algunas drogodependencias sin sentido y un autoestima inconscientemente afectado. 

Abres los ojos y te das cuenta que para quedar con cierto amigo te tienes que hinchar a porros, si quedas con tus otros amigos posiblemente será para pegarse una fiesta de tres días, si quedas con un tío para tener una cita o para intimar, posiblemente terminarás usando algún estimulante o cualquier tipo de droga, por leve y natural que sea. Cuando ves todas tus actividades desde este punto de vista dices: mierda…. soy drogodependiente. 

Empiezas a intentar hacer el ejercicio inverso, ya que será más corto, e intentas recordar cuántas veces te has visto con tus amigos, has tenido cualquier encuentro sexual, o que has salido de fiesta sin usar ningún tipo de sustancia; cuando te das cuenta que ese número es bastante bajo en comparación con todo lo que haces, es inevitable cuestionarse qué tipo de realidad estás viviendo. Nuestro placer sexual, nuestra capacidad de relacionarnos, nuestra forma de ligar, nuestra forma de poder dormir y hasta nuestra manera de descansar ha sido reemplazada por la química totalmente. 

Lo verdaderamente difícil y lo que toma más tiempo, está en empezar a tomar decisiones en pro de tu bienestar, en pro de tu crecimiento emocional y laboral pero sin herir o apartar a las personas que han estado ahí tanto tiempo brindándote también millones de momentos de felicidad y de cariño. Me pregunto casi todos los días: ¿Cómo puedo yo sentarme en frente a un muy buen amigo, alguien a quien quiero de verdad, para decirle que posiblemente las cosas cambien, que puede que no se vean con tanta frecuencia o tal vez se tengan que distanciarse y todo gracias a que te has dado cuenta que mucho de lo que comparten no es lo que tu quieres para tu vida? 

No he podido imaginarme ningún escenario en que esto suene bonito y en que no haga sentir mal, confundido o juzgado a mi amigo. Sabes que es lo que tienes que hacer y son decisiones que te rompen el alma, que tal vez llevas meses pensando el cómo decirlo y todo mientras sigues intentando descifrar cómo crear tu entorno ideal. 

He tomado la decisión de no vivir más en el mundo que tenemos ahora, en el que nos han hecho creer a la fuerza y en el entorno que hemos creado inconscientemente. Quiero empezar a vivir en el mundo que podríamos llegar a tener,  en el que creemos firmemente que no necesitamos nada para explorar nuestro cuerpo y nuestra mente de arriba a bajo. Quiero empezar a vivir en el mundo en el que cuando esté con mis amigos o con cualquier persona, me sienta más importante que su teléfono móvil. Yo no soy ningún santo, no siempre tomo las mejores decisiones, ni digo estas cosas solo por que las veo en los demás; yo también las he hecho, yo también he hecho todo lo que expongo en este escrito y es por eso que se en dónde esta mi cabeza cuando estoy con mis amigos pero tengo el móvil en la mano o justo en frente mío sobre la mesa. 

Así sea el único habitante de este “mundo” me quedaré ahí descubriendo todo lo que puedo llegar a ser hasta que me encuentre con otras personas que también han recordado lo que se siente ser libre o que tal vez nunca lo han olvidado. Ojalá pudiera decir que este texto ha sido escrito desde el recuerdo y la experiencia, pero no, cada palabra es un sentimiento actual que todavía está en búsqueda de respuestas. Somos mil veces más fuertes y más dedicados de lo que creemos, solo tenemos que cerrar los ojos, respirar profundo, perdonarnos y recordar quienes somos y por todo lo que hemos pasado. 

Recuerda quién eres y esta vez… intenta no olvidarlo.



Comentarios