NUEVA COLUMNA: ENTRE LÍNEAS E HISTORIAS POR CARLOS GÓMEZ: Lo que vivió Carlos, lo que viven muchos
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La historia de Carlos, es la historia de unos cuantos. Carlitos como siempre le han llamado sus allegados, creció con el núcleo de una familia más o menos funcional, con dos hermanas, una madre y un padre, como muchas familias, con sus dulces y amargos, pero había amor, al menos lo que la sociedad medianamente presenta como amor en una familia.
El hecho de que Carlitos fuese gay, obviamente representaría un gran problema para su familia, pues la sociedad y la religión no permitían este tipo de conductas, más con una madre recién conversa al catolicismo que muy lejos estaba de pensar aceptar a un hijo homosexual.
Desde que tenía cinco años de edad comenzó a experimentar, sus primeras experiencias sexuales con un vecino de su edad, encuentros en los que descubrió lo que él era. Estos momentos que experimentaban estos niños, fueron descubiertos por otros vecinos. Desde ese momento Carlitos quedó expuesto, y a quién siempre marcaron fue al él, se burlaban, lo señalaban y hasta lo amenazaban.
Uno de estos chicos que lo descubrió, comenzó con el tiempo a buscar la manera de sacar ventaja, pidiéndole que hiciera lo mismo hacia cuando lo descubrieron, y Carlitos, por miedo a que le contaran a su mamá accedió a pesar de no gustarle este muchacho más grande que se llamaba José.
Pasaron otros años más, y estando Carlitos adolescente se preguntaba ¿cómo sería estar con otro hombre? y era tanta la curiosidad y las ganas de descubrir que era el sexo, que por falta de orientación quizá, o por masoquismo, Carlitos estuvo por primera vez y por voluntad propia con su vecino José.
Después de ese encuentro no volvieron a estar juntos y Carlitos y José, tomaron caminos diferentes, más nunca hablaron del asunto, no volvieron a estar juntos, siguieron haciendo su vida, como si nada hubiera pasado entre ellos.

Creció dentro de uno de estos grupos elitistas y dañinos, que en sus génesis no son malos, pero las formas que van dando quienes lo integran, hacen que sean lugares castrantes y de gran manipulación emocional. Sin embargo la elección fue de Carlos, ya era adulto y nadie lo había obligado a estar ahí. Pasó el tiempo y viendo el ejemplo de muchos otros, decidió casarse, no por querer esconder el ser homosexual, o quizá si un poco, pero pesaba más, un querer vivir en negación y creer que esa era su única opción de felicidad.
Se casó, convivió con la que fue su esposa, sin embargo al primer año de estar casado, se comenzó a sentir en una prisión en la que el mismo se había encerrado, y ahora no sabía cómo salir de ese lugar, en muchas ocasiones el único escape que veía posible era el suicidio.
De allí, al pasar un par de años más, era un hecho desesperante pasar cada día junto a una persona, con la que no quería estar Carlos, al menos no en la manera en que estaba. Y después de vivir ya unos meses con dudas y ganas de escapar, decidió decirse la verdad a sí mismo, compartirla con la que fue su esposa, y dar fin a ese encierro, asumiendo las consecuencias que traería.
Logró aceptarse, después de unas cuantas sesiones de psicoterapia, se dio cuenta del daño que se hacía y que de alguna manera les había hecho a otras personas. Pero lo más importante para Carlos, fue lograr desatarse, no solo salir del closet, sino lograr romper cadenas que lo ataban y le hacían tanto daño.
El proceso para Carlos no fue más o menos doloroso que el de otros, pero fue el que le tocó vivir. Lo importante es que no quiso seguir en donde estaba y decidió asumir que vivir libremente era una opción que estaba y no había visto.
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