EL CLOSET ABIERTO DE JOSÉ MANUEL GARCÍA: DE OVEJA NEGRA A OVEJA ROSADA

Por 
Lcdo. José Manuel García Q. 
33 años. | Periodista, Actor y Orgulloso de ser Gay.

Síguelo en IG.

En las sociedades latinoamericanas, asumirse como gay conlleva una serie de cruces con las que lidias desde pequeño -sin saber verbalizar-, y de grande, los estigmas, prácticamente te prohíben hacerlo. 

Eso duele. Duele muchísimo y temes hacerles daño a los miembros de tu familia, porque piensas que el ser “gay” los puede avergonzar, herir, humillar; mientras uno, tontamente, sigue sufriendo en silencio.

Sentía que sería la oveja negra, esa que es señalada en el rebaño por ser diferente a las demás. 

Con mi historia hoy, disfruto bailar el vals, mientras tomado de la mano de ella presumo de una copa de champán. Símbolo de que en ella sólo hay felicidad plena, libertad personal y el orgullo de asumir mi orientación sexual, siendo abiertamente gay. 

No fue fácil, pero sentía que estaba sacrificando mi felicidad por los demás. No podía seguir fingiendo algo que no soy. No quería ser esclavo de lo que reprimía y que se convertía en un triste peso sobre mis hombros, del cual, sin duda, deseaba liberarme. Ese peso llamado verdad.

Fue entonces cuando decidí sentarme con mi mamá y hablarle con el corazón en la mano, desnudando cada centímetro de piel, haciéndome sentir. Naciendo de nuevo.

Ese día, brotaron lágrimas, pero con valentía le hice conocerme desde lo que soy: un hombre al que, sencillamente le gusta otro hombre.  Ese que probablemente no le llevaría a una chica a la casa como su novia. Fue duro para ella, lo sé. Para mí fue un encuentro agridulce, pero inolvidable con ese otro yo, porque del resto permanecía intacto: mis valores, mis principios, mis cualidades, mis defectos, mi fe.
  
Seguía trabajando y esforzándome para alcanzar mis metas profesionales y personales; formándome como el profesional honesto que soy, cultivándome como artista del teatro y de la comedia, y que, sin embargo, seguía siendo el hijo, el amigo, el hermano, el creyente en Dios. 

Hace quince años, que salimos del closet. Sí, leyeron bien, salimos. Eso hace grande a una familia: porque lo que le pasa a uno, les pasa a todos.  La familia siempre estará allí. Quizás a algunos les lleva más tiempo que a otros para aceptarlo, pero siempre estarán. 

Mi transformación fue estupenda: pasé de sentirme la oveja negra de la familia, a  asumir ser la oveja rosada en su rebaño multicolor, buscando -como dice Judy Garland-, un lugar sobre el arcoíris. 
  

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