EN PRIMERA BUTACA: DENTIDAD BORRADA O LA RECONVERSIÓN HOMOSEXUAL

Por Antonio Capurro

Identidad Borrada es un filme que se deja apreciar. No es un filme mayor pero tiene fuerza en el desarrollo de su trama y en la controversia por el tema que aborda; aunque le falta mayor esfuerzo cinematográfico y narrativa. Bien podría ser un telefilme o una película de Netflix. Se trata de la segunda película dirigida por el también actor Joel Edgerton quien se basó en la obra homónima del autor abiertamente gay Garrard Conley, basada en una historia de su propia vida con el título de Boy Erased: A Memoir of Identity, Faith, and Family (2016). Quizá le falta un poco más de nervio pero no defrauda en mostrar la historia de supervivencia de Jared Eamons, un joven gay proveniente de una familia cristiana que decide entrar a una clínica de reconversión de la homosexualidad para darle gusto a sus padres. Edgerton nos muestra el viaje de Jared, retratado con acertada complejidad por Lucas Hedges (Manchester por el mar) con sus miradas, palabras y gestos. Esas emociones y deseos quieren expresarse pero ¿cómo hacerlo cuando se es hijo de un pastor baptista conservador y homofóbico? Todos le dicen que está equivocado. Solo queda reprimir tus verdaderas necesidades, esas que te hacen ver diferente, esas que te recuerdan quién eres tú. 

¿Puede uno salir libre y airoso en un ambiente en contra como este como lo puede ser para cualquier joven gay o lesbiana? Entre tanta carga negativa alrededor suyo, los padres deciden llevarlo a una consulta médica donde la doctora interpretada por la actriz Cherry Jones le confirma que aquí no pasa nada que todo está bien. En este universo de negaciones y pretendidas normalidades, Edgerton lleva a su protagonista a un centro o campamento donde Jared conocerá a otros chicos cuyos padres también los quieren heterosexuales por las buenas o por las malas. Antes del internamiento Jared vivirá un flechazo candoroso con un compañero del college que de atracción sexual pasa a una agresión, hecho que lo devolverá al hogar y de ahí a la inevitable salida del closet ante sus padres, quienes frente a un consejo religioso en su casa deciden que lo mejor para él es lograr que cambie, porque eso lo devolverá al camino de la normalidad. Porque a fin de cuentas, en su mundo lleno de normalidad es el plan de dios. 

La segunda parte del filme nos presenta al villano encarnado por el propio director del filme, un terapista que pretende reformar a los desviados, para lo cual usa técnicas de represión en un programa que controla hasta el mínimo el comportamiento de estos adolescentes que han visto su juventud interrumpida. ¿Con qué derecho pueden robarles su identidad? No estamos ante una ficción, aunque pareciera que lo es. Aquí no hay reclamos, has entrado por tu propia voluntad dejando atrás el mundo de libertad. Jared no tiene ningún ejemplo a seguir o alguien que lo motive a rebelarse contra sus padres, por eso y porque no desea compeler a sus padres acepta. En alguna forma esta parte de la película hace recordar al grupo de "Alguien voló sobre el nido del cuco", aunque aquí no estamos en un hospital o sanatorio mental sino en una centro para dejar de ser homosexual. Como en el filme de Milos Forman aquí no hay nada que curar, los enfermos son los que nos ven como tales personas que pueden estar hasta dentro de tu familia o seres queridos.

"Love in Action" (LIA) es el programa de tiempo completo en el que se enrola el protagonista, ¿cómo soportar la negación de quien eres para ser un ex gay? Adentro recibirá los consejos de otros compañeros como Gary (el cantante australiano Troje Sivan, quien compuso la canción Revelation, parte del soundtrack), quien le recomienda fingir todo hasta que cumple el plazo. Otro es el director canadiense abiertamente gay Xavier Dolan. Ambos personajes que pudieron haber dado más en beneficio de la trama, pero que se quedan a medio camino porque el guion no saca provecho de esta riqueza de otras historias paralelas. 

Russel Crowe encarna con propiedad al padre y se confirma como uno de los mejores actores de su generación dejando atrás sus últimos olvidables papeles de tardes taquilleras; mientras la todo terreno Nicole Kidman nos muestra una madre llena de matices, que tiene más empatía con el sufrimiento de su hijo y quien lo ayuda. 

Boy Erased es una película imperfecta pero clara en su mensaje de aceptación e inclusión hacia lo diferente. Ojalá más padres la vean, especialmente aquellos con una homofobia normalizada.

Son 36 estados de Estados Unidos que tienen leyes contra la terapia de conversión, y en 14 otros estados, incluido el distrito de Washington DC, se han aprobado leyes para proteger a los jóvenes de la comunidad LGBTQ de dichas prácticas. Las estadísticas señalan que unas 700.000 personas han sufrido tratamientos que van desde las descargas eléctricas mientras se los obligaba a ver porno gay hasta el aislamiento. La Asociación Médica Americana asegura que «se opone al uso de terapias “reparadoras” o de “conversión” basadas en el supuesto de que la homosexualidad “per se” es un trastorno mental o basadas en el supuesto a priori de que el paciente debe cambiar su orientación homosexual».

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