Nuestro Orgullo: Alejandro Magno

Aquí empezamos una serie de breves biografías bajo el nombre de Nuestro Orgullo, personas de de la diversidad célebres o no tanto que amaron, sintieron y lucharon a su modo, cuyas vidas podrían servirnos de inspiración. Aquellos o aquellas que necesitamos recordar porque ellas y ellos son el legado.

Inigualable guerrero, tipo atlético, hombre inteligente y magnánimo, Alejandro Magno, nacido bajo el signo de Leo, fue el rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte, 
vivió en una época donde se permitían apetitosas licencias sexuales con los esclavos. Además de una alentada y permitida camaradería homoerótica entre los hombres del ejército. Sin embargo los límites de la sociedad no llegaban tan lejos. Al punto que para ocultar su inmenso amor por Hefestión, amigo suyo de la infancia, alumno igual que él de la Academia de Aristóteles en Mieza, debió casarse por motivos de gobierno para dejar sentado su virilidad. En un mundo dominado por varones y dominado por una cultura patriarcal donde todo lo masculino y viril se glorificaba él tenía que representar esa mística y esencia; no obstante los hombres podían darse la licencia del lecho con otros hombres en la mayoría de los casos mucho más jóvenes que ellos. Claro está que en esta época las libertades sexuales entre varones eran disfrazadas de una educación y preparación que un hombre maduro le daba a los adolescentes, la cual no estaba exenta de la cama. El hecho de permitir cualquier otro tipo de relación hubieses desestabilizado el orden social.

Hefestión nunca dejó de acompañarlo en su victoriosa campaña por la expansión del imperio desde Grecia hasta la India. Llevándolo disfrazado de asistente y mano derecha seguro que las noches de Alejandro no fueron tan solitarias y pudo, aunque digan lo contrario los entrenadores de fútbol, rendir una gran performance en el campo de batalla. Alejandro y Hefestión gozaron de un intenso amor; y cuando éste murió, el emperador, en tributo a su leal amigo y fiel pareja, le rindió honores en uno de las más solemnes exequias de todos los tiempos. Tal fue su amor que un año después, no superando el dolor de su partida, lo siguió hacia la eternidad.


Alejandro Magno, con justificada razón, es todavía el mayor de los iconos culturales de la antigüedad, sus hazañas y proezas lo convirtieron en el más heroico de los grandes conquistadores.

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