Oscuras Reflexiones por Lenna Guzmán: Tercera Clase
Por Lenna Guzmán (Desde Sevilla)
Por ejemplo, en las últimas dos décadas los gays han visto normalizar su vida cotidiana, y la mayoría gozan de buenos trabajos y buenos ingresos, no digo que todos por supuesto. Al menos esa es la impresión que tienen los empresarios de lo que llamaban el Pink power. En el Titanic ellos viajarían en la primera clase, la más distinguida y aventajada.
Luego vendría la segunda clase del Titanic, la de la clase media, en este caso a las mujeres. Tan sólo hay que entender las razones que impulsaron el movimiento feminista y comprender la opresión machista vivida sólo por el hecho de ser mujer. Es clave que el feminismo conecte con el mundo LGBT y más con las lesbianas, que relegadas a la segunda clase, no ostentan grandes cargos en las empresas.
Y finalmente, sin duda alguna, la tercera clase del Titanic corresponde a esas mujeres trans, que se han visto reemplazadas a la marginalidad por parte de una sociedad que les cierra las puertas negándole la posibilidad de desarrollarse de un modo digno. Y así desgraciadamente muchas trans, acaban en las calderas del barco, un infierno avivado en el mundo de la prostitución.
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El Titanic fue un barco maravilloso e insumergible. Siempre se vendió esa idea, pero la realidad deja mucho que desear. El barco se hundió y en él había tres clases. También lo vimos en la película, los trabajadores fueron los últimos en ser considerados dentro de los botes. Llevado ese ejemplo a la realidad del colectivo LGBTQ+, y aprovechando que estamos en el mes del orgullo, quisiera decir que hemos avanzado en nuestras reivindicaciones; pero al mismo tiempo nos damos cuenta que unos colectivos han avanzado más en derechos que otros, todo bajo la estigma de la heteronormatividad. Y lo peor es que esas desigualdades expresadas en el Titanic, al día de hoy siguen existiendo.
Por ejemplo, en las últimas dos décadas los gays han visto normalizar su vida cotidiana, y la mayoría gozan de buenos trabajos y buenos ingresos, no digo que todos por supuesto. Al menos esa es la impresión que tienen los empresarios de lo que llamaban el Pink power. En el Titanic ellos viajarían en la primera clase, la más distinguida y aventajada.
Luego vendría la segunda clase del Titanic, la de la clase media, en este caso a las mujeres. Tan sólo hay que entender las razones que impulsaron el movimiento feminista y comprender la opresión machista vivida sólo por el hecho de ser mujer. Es clave que el feminismo conecte con el mundo LGBT y más con las lesbianas, que relegadas a la segunda clase, no ostentan grandes cargos en las empresas.
No olvidemos denunciar que al día de hoy se sigue criminalizando a la mujer, y que la ultraderecha sigue haciendo apología contra los oprimidos, algo que la grandeza de la democracia no debe permitir. Aunque lo peor es que este ideal se ha infiltrado en el feminismo con las TERF es un acrónimo originario del término en inglés de «Trans-Exclusionary Radical Feminist» que por su traducción literal al español significa «Feminista Radical Trans-Excluyente»
Y finalmente, sin duda alguna, la tercera clase del Titanic corresponde a esas mujeres trans, que se han visto reemplazadas a la marginalidad por parte de una sociedad que les cierra las puertas negándole la posibilidad de desarrollarse de un modo digno. Y así desgraciadamente muchas trans, acaban en las calderas del barco, un infierno avivado en el mundo de la prostitución.
Pienso que nos falta más empatía dentro de nuestro colectivo o comunidad, que nos permita ponernos en los zapatos del otro, sentir o pensar lo que el otro, de esa manera en vez de excluirnos como las clases sociales del Titanic nos incluiremos a los otros para lograr ser mejores LGBTQ+.
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