EL CLOSET ABIERTO CON LA PROHIBIDA

En un arrebato de fanática inquieta, Nicolás Colfer le preguntó a La Prohibida si aceptaría responder un cuestionario para Canal Diversa. ¿La excusa? El show que, el 9 de febrero, la cantante repetirá en Buenos Aires tras una estadía de dos meses. Con el mismo desparpajo gentil con que recibe a las espectadoras de sus shows, La Prohibida dijo que sí, claro, por supuesto. Al final, hablaron de planetas y pascualinas. Esta es la historia.

Sigue a Nicolás.
Sigue a La Prohibida.
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Una vez, un chico me dijo que soy un puto raro. “¡Nunca un Britney vos, eh!”, me tiró despiadadamente cuando sintonicé los videos de Alaska a la hora del desayuno. La noche anterior habíamos visto 2001: Odisea en el espacio y él se había quedado dormido en lo mejor, pero se rehusaba a rebobinar. “A mí no me gustan las cosas tan raras”, me dijo al filo del desdén. Aquello marcó mi tierna adultez incipiente. Hoy lo admito: soy un puto raro. Y cuando ese chico se fue de casa, yo seguí escuchando Fangoria con devoción estrafalaria, improvisando con sábanas un vestuario kitsch de diva retro, hasta que YouTube, por esos azares del contenido similar, reprodujo sin permiso un video que yo jamás había visto. La melancólica voz de una travesti me ordenó: “¡Atención, preparados para la ignición!”, y yo me quedé patitiesa, durísima como si se me hubiera aparecido la virgen, o mejor, como cuando en mi lejana infancia fui herida por la primera aparición de Darth Vader en mi vida. ¿Quién era este personaje de peinado inflado y atuendo de astronauta? Se hacía llamar La Prohibida, y tenía algunos hits ineludibles (los primeros que memoricé fueron “Terechkova”, “Yo en Saturno y tú en Aranjuez”, y “Sr. Kubrick, ¿qué haría usted?”, es decir, los de su delirio espacial). Me parecía que La Prohibida era un astro que orbitaba en el límite más lejano de la temática, pero sus siguientes álbumes la llevaron incluso más allá. Hoy es todo un éxito: las dos fechas que realizó en Buenos Aires a principios de enero se vendieron enteras casi al instante. Y como lo poquito enoja, decidió hacer una fecha más en febrero, de nuevo en La Tangente, la sala más monona de Palermo.

Entonces, ahí estaba yo, dale que te dale con los hits de Ruido, su álbum más reciente, y la misión de presentarle nuevo material al editor de la Diversa, cuando, ¡fium!, aconteció la sinapsis. ¿Y si le hablaba a La Prohibida para proponerle una entrevista? Nerviosa, reculé. Ella es tan divina, tan “macanuda” como decimos acá, que hasta nos recibe personalmente en las salas donde toca, nos besa, ¡muac, muac!, y posa junto a nosotras para las selfies. ¡Ay! Pero molestarla… Qué sé yo, una tiene que guardar cierto pudor para sus ídolos. A mí el pudor me duró lo que una canción. Fui a Instagram. Mensaje directo. Una espera breve. La respuesta: “Sí, sí, claro, por supuesto”. Un desmayo (no, mentira, pero casi). 

Con las piernas temblándome de emoción, estas fueron las preguntas que le hice:

NC: Recuerdo el show que diste en Buenos Aires en 2017. Dijiste que siempre habías soñado con ser astronauta, y que lo habías logrado. ¿Con qué sueñas ahora?

LP: En realidad, lo que yo decía entonces era que, en mi infancia, había querido ser astronauta y no lo había logrado, pero que, a través de la música, había conseguido algo parecido. Y ahora estoy soñando con el aspecto más audiovisual que tiene la música, proyectando algo parecido a una obra musical pero para la pantalla, que se relacione con la ciencia ficción, con lo más lejano al planeta Tierra, o bien con la mente humana, lo más interno. Ese es mi sueño ahora.

NC: ¿Por qué buscas imágenes en el espacio exterior?

LP: Seguramente porque no las encuentro en la Tierra y voy más allá para ver si, relativizando un poco, puedo encontrar algún tipo de respuesta. No la encuentro tampoco allí, pero la sigo buscando.

NC: ¿Cuál es tu planeta favorito?

LP: Mi favorita es una luna, Titán, una de las cincuenta y tres que tiene Saturno, seguramente por aquello de que si estás en alguna de las lunas de Saturno tienes como escenario al planeta mismo, lo cual es una vista maravillosa. 

NC: ¿Cuáles han sido tus musas más frecuentes?

LP: ¡Tengo muchas musas! Son muy variadas, pero las que más aparecen entre mis referentes tienen algo en común y es que son mediterráneas: Sara Montiel, Sophia Loren, Ana Magnani, Brigitte Bardot, Fanny Ardant, en fin, todas de la cuenca del Mediterráneo.

NC: ¿Cuál es tu relación con la literatura?

LP: Pues tengo una relación bastante distante con la literatura, porque soy más de obras audiovisuales, más de cine. No soy tanto de leer, pero hay libros que no puedo dejar pasar. Me gusta mucho la literatura científica, sobre todo la que tiene que ver con la piscología. ¡Me fascina la ciencia de la psicología!

NC: ¿Te prohíbes algo?

LP: Pues me prohíbo muchas cosas. Los excesos, sobre todo, porque te esclavizan bastante. De todos modos, soy una persona muy libre, pero me tengo que controlar bastante en la vida porque trabajo mucho y no puedo dejarme llevar demasiado.

NC: En contra de lo que dice tu canción, ¿has buscado compañía últimamente?

LP: No, la verdad. Tengo mucha compañía familiar y de amigos. Alrededor no la busco porque ya la tengo. Si te refieres a pareja, esa es la última de mis prioridades porque creo que esas cosas, igual que las amistades, aparecen y surgen, y no hay que buscarlas. Es completamente erróneo buscar algo y tener la dependencia emocional de pensar que vas a estar mejor con una persona al lado. ¡Eso es falso! Es un error y además te condiciona bastante. Es mejor salir de ese bucle.

NC: ¿Podría un hombre fascinarte más que la pizza de Guerrín?
LP: Pues no lo sé. Depende del hombre. Supongo que sí, pero tiene que estar muy bien este hombre, porque la pizza de Guerrín es muy buena, y sobre todo las pascualinas, que son mi debilidad.

NC: Tengo un amigo (de acuerdo, soy yo) que escucha todos los días tus canciones y tiene tu cara tatuada en una pierna, ¿qué le dirías?

LP: ¡¿Tú tienes mi cara tatuada en una pierna?! ¡No me lo creo!

NC: ¿Cómo ha sido la experiencia de permanecer tanto tiempo en Buenos Aires? 

LP: Pues muy satisfactoria y muy enriquecedora. Me ha tocado estar en los días en que se celebra el festival internacional de teatro. Es una de las joyas de este país: el teatro y la cultura. Enero también es un mes muy bueno para irse a Mar del Plata, a disfrutar de la temporada teatral de la costa. He aprovechado al máximo para ir a ver cine argentino, teatro, el pequeño formato y el medio formato, que aquí es magistral y se hace muy bien. También para conocer la ciudad de Buenos Aires, a la que ya conocía porque había estado muchas veces, pero la mejor forma para conocerla es pasar unos meses, dos meses como yo he pasado. Me quedo con ganas de volver y pasar otro verano por aquí. No descarto regresar muy pronto. 
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La entrevista termina y yo me quedo pensando en el modo en que ella se ha expresado con respecto a Saturno. “Es una vista maravillosa”, ha afirmado, como si de hecho hubiera estado alguna vez en la superficie de Titán. Miro mi tatuaje y sonrío. Lo que más me gusta de La Prohibida es ese melancólico delirio interplanetario que tanto me estimula. Si en el futuro me preguntan cuáles son mis musas más frecuentes, sé que sin duda voy a mencionarla a ella. 

Por lo pronto, el 9 de febrero le pediré una foto en La Tangente. ¿Nos vemos ahí?



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