Departamento 41 POR SERGIO ARÉVALO: ¿Estás en una relación que te hace daño y no puedes terminarla?
Por Sergio Arévalo (Desde México)
En cuestiones amorosas, ni la edad, ni el cargo, ni la experiencia, ni el título profesional, ni el físico, sirven como protector para los tropiezos amorosos, por la sencilla razón que además de lo racional están implicados nuestras emociones, y como dijera Mario Moreno “Cantinflas”-ahí está el detalle-.
Estar en una relación sentimental puede ser una de las cosas más divertidas, excitantes y gratificantes que podemos experimentar a lo largo de nuestra vida, pero puede convertirse al mismo tiempo en uno de los pasajes más terroríficos de atravesar, peor que cualquier película de SAW.
Y es que cuando uno está ilusionado (normalmente viendo todo de color rosa), uno quiere que las cosas funcionen, sobre todo en un “mundo gay” donde pareciera que es cada vez es más difícil poder establecerse en una relación de pareja (no se vale lloriquear).
Es así que en ocasiones sin darse cuenta, o mejor dicho sin querer darnos cuenta, nos involucramos en una relación problemática, tormentosa, donde la persona con la que estamos y que un principio se mostraba encantadora, empieza al poco tiempo a convertirse en nuestro verdugo (cantemos “el me mintió, él me dijo que me amaba…).
Incluso todo puede empezar con “bromas” hirientes, críticas a tu cuerpo, forma de verte, de hablar, de moverte y hasta de pensar, llegando a las descalificaciones y por momentos hasta los insultos, disfrazados de humor.
Es entonces cuanto algo en ti empieza a alarmarse, los focos rojos se encienden, y comienza la lucha. Sabes que algo no anda bien y cuando te atreves a decir lo mal que te estás sintiendo, se te tacha de exagerado, dramático e hipersensible, haciéndote dudar de tus emociones y sentimientos, hasta el punto de llegar hacerte creer que tú eres el que está mal.
La destrucción de tu autoestima ha comenzado…
En estos momentos es muy común que a más de un amigo le hayas tratado de hablar sobre tu estado de ánimo y situación sentimental, negándote a escucharlos o creyendo que ellos no saben cómo manejas tu relación.
Después empiezas a normalizar el maltrato, justificando a tu pareja, pensando que así es él, que no lo hace con mala intención o que tú estás exagerando, tal y como él te lo ha dicho, oh pensando de manera extremista “así me tocó el amor”. Sin embargo esa parte tuya que sabe que las cosas andan mal, insiste, te quiere proteger y te recuerda en cada momento que te duele el cómo te están tratando, que no deberías permitir eso, que no lo mereces, que sabes que tienes la razón.
Si lo que se dice en estas líneas te suena familiar, o crees encontrarte en una situación parecida, tienes en tus manos la posibilidad de rescatarte, de reencontrarte y recuperar todo lo que una relación de este tipo puede hacerte perder. Es cuestión de buscar ayuda profesional, pues por lo regular una relación de este tipo puede hacerte sentir incluso que has sido culpable y merecedor del sufrimiento que has vivido.
Lo más importante es dar un primer paso hacia la salida (aceptar que algo no anda bien), ir hacia el cambio, hacia la reconstrucción, empezando un proceso donde puedas pensar por qué te has colocado en ese lugar, por qué te permitiste estar con alguien que no sabía amar, el por qué creíste poder cambiarlo, pasando incluso por encima de ti. El amor es uno de los sentimientos más puros y no tiene porque tener algún tipo de condición o cláusulas de temor o maltrato. Si este amor no fue para ti, ya verás que uno mejor llegará. Y ante todo, quierete muchísimo.
Gente!! Les agradezco por leer mi columna en La Revista Diversa y ser parte de este bonito proyecto. Desde aquí trato, a partir de mi experiencia personal, compartir lo poco o mucho que he aprendido en la vida siempre con un aspecto asertivo y viendo todo lo bueno que hay por delante. Pronto estaré de nuevo con ustedes, mientras les envío las mejores vibras para estas fiestas navideñas y de año nuevo. ¡¡¡¡Felicidades totales!!!!
Síguelo en
IG
IG
En cuestiones amorosas, ni la edad, ni el cargo, ni la experiencia, ni el título profesional, ni el físico, sirven como protector para los tropiezos amorosos, por la sencilla razón que además de lo racional están implicados nuestras emociones, y como dijera Mario Moreno “Cantinflas”-ahí está el detalle-.
Estar en una relación sentimental puede ser una de las cosas más divertidas, excitantes y gratificantes que podemos experimentar a lo largo de nuestra vida, pero puede convertirse al mismo tiempo en uno de los pasajes más terroríficos de atravesar, peor que cualquier película de SAW.
Y es que cuando uno está ilusionado (normalmente viendo todo de color rosa), uno quiere que las cosas funcionen, sobre todo en un “mundo gay” donde pareciera que es cada vez es más difícil poder establecerse en una relación de pareja (no se vale lloriquear).
Es así que en ocasiones sin darse cuenta, o mejor dicho sin querer darnos cuenta, nos involucramos en una relación problemática, tormentosa, donde la persona con la que estamos y que un principio se mostraba encantadora, empieza al poco tiempo a convertirse en nuestro verdugo (cantemos “el me mintió, él me dijo que me amaba…).
Incluso todo puede empezar con “bromas” hirientes, críticas a tu cuerpo, forma de verte, de hablar, de moverte y hasta de pensar, llegando a las descalificaciones y por momentos hasta los insultos, disfrazados de humor.
Es entonces cuanto algo en ti empieza a alarmarse, los focos rojos se encienden, y comienza la lucha. Sabes que algo no anda bien y cuando te atreves a decir lo mal que te estás sintiendo, se te tacha de exagerado, dramático e hipersensible, haciéndote dudar de tus emociones y sentimientos, hasta el punto de llegar hacerte creer que tú eres el que está mal.
La destrucción de tu autoestima ha comenzado…
En estos momentos es muy común que a más de un amigo le hayas tratado de hablar sobre tu estado de ánimo y situación sentimental, negándote a escucharlos o creyendo que ellos no saben cómo manejas tu relación.
Después empiezas a normalizar el maltrato, justificando a tu pareja, pensando que así es él, que no lo hace con mala intención o que tú estás exagerando, tal y como él te lo ha dicho, oh pensando de manera extremista “así me tocó el amor”. Sin embargo esa parte tuya que sabe que las cosas andan mal, insiste, te quiere proteger y te recuerda en cada momento que te duele el cómo te están tratando, que no deberías permitir eso, que no lo mereces, que sabes que tienes la razón.
Si lo que se dice en estas líneas te suena familiar, o crees encontrarte en una situación parecida, tienes en tus manos la posibilidad de rescatarte, de reencontrarte y recuperar todo lo que una relación de este tipo puede hacerte perder. Es cuestión de buscar ayuda profesional, pues por lo regular una relación de este tipo puede hacerte sentir incluso que has sido culpable y merecedor del sufrimiento que has vivido.
Lo más importante es dar un primer paso hacia la salida (aceptar que algo no anda bien), ir hacia el cambio, hacia la reconstrucción, empezando un proceso donde puedas pensar por qué te has colocado en ese lugar, por qué te permitiste estar con alguien que no sabía amar, el por qué creíste poder cambiarlo, pasando incluso por encima de ti. El amor es uno de los sentimientos más puros y no tiene porque tener algún tipo de condición o cláusulas de temor o maltrato. Si este amor no fue para ti, ya verás que uno mejor llegará. Y ante todo, quierete muchísimo.
Gente!! Les agradezco por leer mi columna en La Revista Diversa y ser parte de este bonito proyecto. Desde aquí trato, a partir de mi experiencia personal, compartir lo poco o mucho que he aprendido en la vida siempre con un aspecto asertivo y viendo todo lo bueno que hay por delante. Pronto estaré de nuevo con ustedes, mientras les envío las mejores vibras para estas fiestas navideñas y de año nuevo. ¡¡¡¡Felicidades totales!!!!
Comentarios
Publicar un comentario