LIMA GAY EN DECAJON.COM: ¿Un clavo saca otro clavo?


Artículo publicado originalmente en la sección Lima gay de decajon.com (2002)

No piensen que las historias se me han acabado, para nada. Es que la pandemia me ha permitido revisar esos archivos guardados y escritos hace 19 años que bien merecerían una actualización. Y ahí encontré este pedazo de vida escrito en el 2002 cuando empezaba realmente a descubrirme como un hombre gay en la capital y escribía en la sección Lima Gay de decajon.com

Dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Nada más cierto, sobre todo cuando quien te dice las cosas tal y como son es una persona con bastante recorrido por la vida como es el caso de tu padre. Eso me sucedió a mí, pero no tuve la suficiente claridad emocional para darme cuenta de las cosas y en vez de salir del hoyo me fui derechito al precipicio. Al cabo de un tiempo, tuve que asumir las consecuencias de mis actos y ver lo que pasó como una experiencia más de las muchas que vendrían por delante. Mi educación sentimental no había sido la mejor. Y aprendí por supuesto. 

Pero déjenme que les cuente...

Resulta curioso que justo el amigo que me dio buenos consejos, al que precisamente acudí para compartir mi angustia y desazón respecto al que en ese momento era mi pareja terminó convirtiéndose no sólo en el apaciguador de las penas de mi alma; sino también en el diestro compañero de mis sábanas. De hecho, no premedité nada en lo absoluto; aunque debo revelar que Rick me gustó mucho desde el primer momento en que lo vi. Claro, mucho tiempo antes de conocer a Todd, el gringo de quien en ese momento estaba perdidamente enamorado.

Rick, hasta eso instante uno de mis mejores amigos, me recomendó que lo mejor sería cortar por lo sano con Todd. Porque él debía darme una muestra del amor que decía sentir por mi y en su opinión eso estaba más que verde, puesto que ni el propio Todd tenía certidumbre sobre sus sentimientos. Si en verdad quería continuar conmigo o con su ex que le había pedido otra oportunidad. Es muy fácil decir palabras bonitas, te quiero, te amo, estoy dispuesto a todo por ti. El asunto radica en demostrar con hechos lo que afirmamos. Y en tal sentido Todd no respondía como yo lo anhelaba.

Todd era mi primer enamorado, así que yo andaba más que ilusionado ya se imaginarán. Luego de un mes de ternura, encanto y también bastante zozobra tomé al toro por las astas y le puse un ultimátum a Todd. El resultado, un adiós. "No me gusta que me presionen", dijo. Y chau. Si te vi no me acuerdo. 

Al fin podía respirar tranquilo y en menos de lo que canta un gallo decidí salir por allí en vez de ponerme a pensar en mi ex llorando mis penas. En la mira no había nadie, solo deseaba pasar un buen rato dejando el sufrimiento a un lado. Y no se me ocurrió mejor idea que llamar a Rick, el de los buenos consejos, el mejor para este peliagudo caso. Necesitaba no sentirme triste y apenado. Debí haber barajado más opciones, pero esa era la que se adecuada más a mi estado de ánimo. 

Esa noche Rick llegó un poco tarde pero llegó. Se dio el tiempo a pesar de sus ocupaciones laborales como abogado. Me dijo que tuviera en cuenta mis prioridades en mi carrera profesional que luego vendría algo mejor para mi en el plano amoroso. ¿Oh sí? 

Debo confesar que Rick me había gustado desde la primera vez que lo vi, pero en ese momento él tenía pareja así que ni modo. Ahora la situación era otra, en este momento mientras yo deshojaba margaritas con Todd, mi fiel amigo se encontraba sin compromiso a la vista. Era una noche de primavera limeña, fresca y suave. En medio de mis comentarios acerca de la tortuosa relación con el gringo le terminé confesando a Rick que me había atraído desde el día que lo conocí. Esa revelación no se lo esperaba ni yo tampoco que pudiese salir de mi boca. Ya estaba hecho qué mas. Le dije que deberíamos tirar, y cuando pensé que me diría lo que dices es una locura, me dejó sorprendido al responder "solo una vez". Ahí fue donde me di cuenta que todo podría salirse fuera de control. Lo corté, pero las cartas ya estaban sobre la mesa.

Se podría decir que Rick lo tuvo todo casi en bandeja. Pero no piensen que me regalé ni mucho menos. Era una atracción mutua la que sentíamos el uno por el otro. Esa noche empezó todo...con los días y meses nos pusimos manos a la obra, a vivir. En ningún momento analicé la situación, las ventajas y desventajas, ¿se malograría nuestra amistad o por el contrario la haría más fuerte? Ambos éramos a nuestros 28 y 30 un par de tiernos adolescentes gay, él más enclosetado que yo. ¿Acaso un clavo saca otro clavo? ¿Qué pasaría luego? Ni él ni yo teníamos respuesta alguna, sólo vivíamos ese momento con mucha pasión...

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