Artivisimo+ por ALFONSO MIRADA: El lenguaje inclusivo es también un arte


Por Alfonso Miranda Márquez (Desde México)

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En el mes del Orgullo por nuestras diversidades, las comunidades LGBTTTIQA+ hemos logrado incidir en el lenguaje. La Era de la información atomizó y comprimió las formas en que nos comunicamos e hizo además que aquellas palabras creadas para designar algo inexistente, quedaran codificadas e incluso verificadas ante el severísimo y francamente anquilosado juicio de la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Es correcto y hoy podemos decir y escribir sin cursivas en un “puntual” español: cantinflear, web, selfi, tuit, emoji, trolear, covid o covidiota. En otras ocasiones la fuerza del uso ha modificado voces extranjeras que han originado extrañas (pero “correctas”) palabras como: cruasán (de croissant); rocanrol (de rock and roll); banyo (de banjo) o güsiqui, aunque se pierdan los matices del whisky escocés o del whiskey irlandés.   

La Patria de la Ñ es un músculo vivo. Suma y desde 2000 se hicieron cada vez más comunes las formas donde lo femenino ha ganado terreno. Discursos por las niñas y los niños, programas para ellas y ellos proliferaron ante la resistencia de la RAE, que como institución cultural dedicada a la regularización lingüística entre el mundo hispanohablante, neciamente se ha empeñado en demostrar que el masculino es neutro. No, no lo es.  Aún en 2021 a los puristas se les eriza la piel cuando lo femenino se asoma. Ellas por fortuna son imparables y hoy denunciamos feminicidios (pues la condición de género sobrepasa el asesinato) y hablamos de la cuerpa y no únicamente del cuerpo. Cuando alguien dice «el hombre» ya no engloba al género humano. 

Para las Naciones Unidas, el género gramatical se manifiesta en los sustantivos, adjetivos, artículos y algunos pronombres. Para los sustantivos y adjetivos existe únicamente el morfema de género masculino y de género femenino. El género neutro se ha conservado en muy pocas palabras, como aquello, eso, esto, ello, alguien, algo y lo.

Resulta fundamental no confundir el género gramatical (categoría que se aplica a las palabras) con el género como constructo sociocultural. Así, nuestros sueños, formas de comportarnos, actividades… se disocian del sexo biológico y entre él y ella nació «elle». No, no es neutralidad. «Ello» no es lo mismo que «elle». Alguien que no se identifique con lo masculino ni con lo femenino hoy puede usar la terminación «e», claro está que los lingüistas y personas ancladas en el heteropatriarcado le (no es leísmo) verá su uso de forma denostative (sí con «e»).

En 2021 el gobierno francés oficialmente ha prohibido el lenguaje inclusivo al considerarlo un obstáculo al aprendizaje de los alumnos. Diputados chilenos de ultraderecha le han declarado también la guerra, pues no quieren que las ideologías contaminen la educación mediante el lenguaje. 

Cómo hablar y cómo escribir es cómo nos imaginamos, reconocemos y proyectamos ante las otredades. Hablemos más de nosotres. Esta lucha llevará tiempo pero entre todes habremos abierto un camino para nuestras libertades… 

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