EN NUESTRO CONSULTORIO CON RUFINO ARCO: PARA ANTONIO
He vivido tu relación de una manera muy cercana, porque he estado presente de alguna manera en la evolución que ha tenido.
Ahora estáis dándoos un tiempo porque habéis llegado a un punto de la convivencia en el que las sonrisas y la complicidad han dado paso al descontento y a los reproches continuos.
Esto ya lo hemos hablado muchas veces, no hay culpables, ambos sabemos… los tres sabemos que los problemas de pareja, cuando aun hay amor, son problemas complejos que no tienen una única solución. Que cuando un sentimiento desaparece o disminuye, sucede de manera autónoma, no hay manera de controlarlo. Se puede controlar la manera de gestionar ese cambio, se puede decidir qué hacer o que no hacer en consecuencia, pero no se puede hacer reaparecer dicha sensación, ni se puede eliminar otra. Que uno de los dos pierda la pasión no es culpa de nadie, que la tristeza inunde tu corazón al ver el proyecto destrozarse, no es culpa de nadie son cosas que llegan, y de lo único que podemos encargarnos (que no es poco) es de gestionar la situación general que se abre ante nosotros.
Mi visión es siempre tratar de hacerlo de manera positiva. Decidir de manera madura quedarse con la opción que consideremos más saludable mentalmente para todas las partes. Implique eso una separación o implique volver a probar suerte.
Hay personas que pierden su individualidad cuando se embarcan en el proyecto de una pareja, eso es realmente bastante frecuente, y es un camino arriesgado donde puede aparecer la dependencia emocional y transformarnos. ¿A quién no le ha pasado? ¿Quién no se ha descubierto gritando, iracundo, cosas que no piensa en realidad? De repente un día te ves llevando una rutina que te entristece el alma, que apaga tu luz. Que la gente te dice, no eres el que “eres”. Eres tu sombra.
Antonio, hay señales que nos permiten identificar que hemos tocado fondo, y que la situación en la que estamos nos está haciendo mucho mal, y posiblemente también a la persona a la que queremos.
Los reproches, los tratos bajo chantaje emocional, las escenas de llanto, las suplicas… ¿crees que pueden elegir con libertad, o por el contrario los estamos colocando en un lugar sin salida?, no es justo para la otra persona, por muy en la mierda que te veas. Querer de verdad a alguien implica respetar al máximo su libertad, darle la opción de decidir sin los filtros de la pena y de la obligación moral porque además te engañas a ti mismo, la respuesta que obtendrás de ahí será algo falso, sin la certeza de que la decisión salga del interior y lo que nazca de ahí, lo hará viciado y esa sensación inconsciente se mantendrá mientras dure esa nueva etapa. Las cosas o son puras y limpias o no los son, no hay término medio.
Aceptando que es necesaria una distancia para ver la situación con claridad, tanto si quiere recuperar la relación como si quieres pasar página, te planteo lo siguiente: ¿Qué imagen crees que estas proyectando ahora mismo, con las escenas de despecho, o de suplicas, en la persona que tienes frente a ti?
Las personas que quieren una vida plena se sienten atraídas por personas resolutivas, independientes emocionalmente, con fortaleza de espíritu justo como tú eres; sin embargo, es una imagen que no estás mostrando en absoluto.
Observa la situación desde fuera, como si fuera una película que se proyecta en un cine, tú eres uno más de los espectadores que miran con atención. ¿Es atractiva esa persona que suplica, que amenaza, que exige, que reprocha, que acusa? Los espectadores, que posiblemente te importen un pimiento, pero que representan la OBJETIVIDAD, la REALIDAD (que dentro de algún tiempo serás capaz de apreciar y entender). Porque has de ser consciente que ahora mismo estás bajo enajenación, y que tu comportamiento no tiene excusa ni explicación, es comprensible, porque muchas personas hemos pasado esos momentos y los reconocemos, pero no es excusable ni aceptable.
Por lo que si lo que quieres es recuperar algo, ese camino puede ser efectivo, pero no es el recomendable, y desde luego no es saludable para ninguno de los dos. Por otro lado, posiciónate en la parte de él, empatiza con él, y siente lo que él puede estar pensando en ese momento: “Pobre Antonio, que mal lo está pasando” “y la culpa muy probablemente es mía” “pero yo no sé lo que quiero” “pero le hago tanto daño” “no sé si decirle lo que realmente pienso o siento porque está tan débil” “yo no siento lo mismo, y me siento mal por no darle lo que necesita”. O en el peor de los casos: “¿qué hace este ahora?” “ya está con sus escenitas, que coñazo” “ahora que hago o digo para no parecer un insensible” “yo por más que me llore, sigo sin sentir nada” “esta situación me supera, no sé como abordarla y Antonio no se da cuenta que hace el ridículo” “pero si no se quiere ni a sí mismo, como voy a quererlo yo” “es que da pena”. La manera de no ser partícipe de una situación donde se den ese tipo de pensamientos es no provocarlos.
Date tiempo, plantea distancia física y mental, piensa en ti. Es el momento de limpiarse, porque hay mucha negatividad que te rodea, y gran parte es responsabilidad tuya, porque las riendas de tu vida y las decisiones que tomas están enteramente en tu poder.
Quema sentimientos del pasado, que están viciados, que arda todo lo que te hacía daño, replantéate que quieres en tu vida, cambia todo lo que tengas que cambiar, soltando la cuerda de la dependencia emocional, queriéndote y valorándote. Y cuando tengas las cenizas de lo que fuiste, cuando seas un nuevo tú, con las ideas claras, consciente de lo que vales, toma esas cenizas y espárcelas al aire.
Porque tú vales, y lo sabes, aunque la dependencia actual te ciegue. Solo te permite reaccionar ante situaciones en las que la evidencia te explota en la cara. Pero no te dejes engañar, no te auto-engañes, no necesitas esas certezas para descubrir la realidad, lo sabes, sabes que vales sin necesitar ver que todo se ha acabado en una relación.
Esparce esas cenizas de lo que “estabas siendo”, y recupera tu “eres”.
Tras eso, serás una hoja en blanco. Una nueva esperanza donde podrá tener cabida él, o no, no te importará porque serás libre, pero para todo esto debes quitarte la venda que te has puesto en los ojos y que no te deja ver.
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