EN NUESTRO CONSULTORIO por Rufino Arco



Por Rufino Arco 
rufinoarco@gmail.com

Si hay algo que caracteriza a todas las personas con diversidad afectivo-sexual y de género (homosexuales, bisexuales, transexuales, agénero, intersexuales, etc.) es el proceso de dar a conocer a los demás esta circunstancia, lo que coloquialmente viene conociéndose como la “salida del armario”.

Hay un chico de Granada (España) llamado Jesús, que está pasando por esta fase. Pensé en escribirle unas líneas para animarle, y darle algunas ideas claves, con el deseo de que despeje un poco las nubes que le rodean y pueda ver un cielo claro y luminoso. Y luego pensé que este puede ser el lugar ideal para comentarlo abiertamente y así llegar a más personas en situaciones similares.

Son muchas las inquietudes que pueden abrumar a una persona a la hora de afrontar este paso, porque es un momento de la vida en el que más dudas se generan, aparecen muchos miedos, y generalmente coincide con una época en la que estamos en pleno desarrollo de la personalidad.

¿Nos rechazará nuestro núcleo familiar? ¿Y el grupo de amistades? ¿Nos discriminarán en el entorno laboral? ¿Nos va resultar más complicado encontrar personas que encajen con nuestra nueva filosofía?

La respuesta a esas preguntas pueda ser desfavorable, por lo que nuestra labor, como personas guerreras que somos (porque eso somos, personas guerreras), es estar preparadas para combatir estas situaciones. Y la mejor manera de hacerlo es conocer nuestras virtudes, y tener claras nuestras armas. 

¿Qué implica conocer nuestras virtudes? Esta respuesta es la más sencilla y la más compleja de poner en práctica, pero es de vital importancia llevarla a cabo, y va a servirnos para toda la vida, para todos los pasos que vamos a dar. Implica que vamos a sentarnos a hablar, mucho, y a pensar, mucho también. Y la persona que va a estar sentada en frente, escuchando atentamente, eres tú mismo.

Para conocer tus virtudes debes explorar dentro de ti, preguntarte que es lo que realmente te gusta de la vida, que aficiones tienes que te llenan de energía, que compañía te gusta frecuentar, que valores motivan tus actos, cuál es tu visión de la vida y cuál es tu papel en tu entorno, es decir, qué cosas o situaciones estás dispuestos a llevar a cabo y cuales vas a admitir que te sucedan y cuales no vas a permitir.

Aviso de antemano que será una conversación muy larga. A algunas personas nos dura años, porque todas las personas estamos en continuo cambio, y este discurso interno va adaptándose a nuestros cambios.

Las armas. Nuestras armas son una autoestima fuerte, y la certeza de que nos acompañan muchas personas en este paso, de que no estamos solos en esto. 
Las personas que adquieren el hábito de hablar consigo mismas descubren que una persona es como es. No hay discusión, sobre todo en lo relativo a lo afectivo-sexual, tanto si aceptamos que se nace así, como si aceptamos que se decide libremente, estamos en nuestro derecho legítimo de hacerlo y en nuestro deber de aceptarnos sin juzgar. Esa seguridad que da el saber que lo que somos “es así” y no hace daño a nadie, hace que tengamos la motivación para defendernos de cualquier posible ataque argumental. No da opción a debate.


¿Qué pasa en edades tempranas? Que el rechazo de nuestra familia y de nuestras amistades lo percibimos como algo vital, y es que realmente es algo muy valioso. La familia es uno de nuestros pilares más importantes. Todas las personas tenemos la necesidad social de sentirnos en un entorno seguro y saludable afectivamente hablando, y la familia ejerce ese papel, por lo que no podemos tomarlo a la ligera… cuando nos independizamos esto ya pasa a un segundo plano.

Para tranquilidad de muchas personas decir, que hoy día, realmente los familiares o bien aceptan la situación de primeras, o bien con el tiempo acaban haciéndolo. La frase que mi madre dijo, allá por el 2004, cuando me preguntó si era gay, y contesté afirmativamente, fue: “me lo temía”, y sin embargo a los pocos meses ya afrontaba el tema con naturalidad. Hay que tener en cuenta que los familiares de mayor edad han sido educados en un contexto social diferente, por lo que no podemos juzgarlos inflexiblemente si la respuesta es adversa. De alguna manera podríamos decir que son víctimas de sus circunstancias, por lo que la posición más aconsejada en estos casos es saber exponer claramente nuestra posición, que “somos como somos”, y que tenemos derecho a serlo, y a ser felices mientras lo hacemos. De hecho, tan es así que viene así reflejado en textos jurídicos del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Creánme, en la inmensa mayoría de los casos, van a sorprendese gratamente de la reacción de vuestros familiares, vais a recibir más apoyos de los que a priori esperabas.

Con las amistades debes sentirte a gusto y libre de ser como eres. De no ser así, algo falla. Con las mismas herramientas que hablas con la familia, puedes hablar en este caso. Generalmente la gente de nuestra misma edad es mucho más receptiva con estos temas, y les adelanto que prácticamente todas las personas los van a respetar. De no hacerlo aquí las opciones son más sencillas, o bien explicamos que tenernos derecho a ser como somos, o bien cambiamos el grupo de personas con las que nos relacionamos. Porque por frío que nos parezca, todas las amistades son prescindibles; y no estaremos solos, porque siempre, insisto, siempre hay alguien que nos quiere y que permanecerá a nuestro lado. Aquí la calidad es más importante que la cantidad.

Si no ves el camino, y crees que no vas a encontrar a nadie con quien congeniar, recuerda que estamos viviendo en la era de la información, que hoy día es muy fácil comunicarse con personas en cualquier parte del mundo. Hay muchísimas personas que pueden encontrar amistades en diversidad de lugares: en redes sociales, en asociaciones “lgtbi”, en grupos de deporte o de actividades de ocio muy variadas. 

Por otro lado, ten presente que de la misma manera que nuestras circunstancias afectivo-sexuales no son el eje que vertebra nuestro día a día, hay una infinidad de actividades que podemos realizar en las que tener una orientación sexual u otra, o expresar o sentir un género u otro, no tendrá ninguna relevancia, por lo que una persona que se agobia con el hecho contarlo, puede estar más cómoda en estos lugares.

Adquiramos estas herramientas, y hagámoslas nuestras para siempre, porque no podemos ignorar que del armario “se sale” muchas veces en la vida, cada vez que entra alguien nuevo en el núcleo familiar, cada cambio de trabajo, cada vez que aparezca una persona nueva en nuestra vida. Admitamos que a día de hoy se da por hecho que todas las personas son “heterosexuales” y con una expresión de género “cis”, por lo que vamos a tener que afrontar este hecho, al menos hasta que pasen unos años y esto deje de ser así.

La clave es, ¡quiérete!, cuando lo hagas, las demás personas lo harán. Y las que no lo hagan, desaparecerán automáticamente, sin que tengamos que hacer o decir nada, y con ello nos harán el favor de dejar ese hueco libre para alguna persona que se merezca disfrutar de nuestra compañía. 

Siempre, siempre, siempre, hay alguien que sabe apreciar quien eres. Si no lo ves, es porque aun no has cambiado la forma de ver el mundo. En cuanto que trabajes en aceptarte, el mundo se abre ante ti. Y es un mundo lleno de personas por conocer, de lugares por visitar, y de experiencias por vivir. 

¿A qué esperas? Vida solo hay una… Revienta a patadas la puerta de ese armario, y airea dentro, ¡que se impregne de olor a libertad!


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