LETRAS INDÓMITAS: La diversidad en la literatura peruana, con Luis Landa
En Letras Indómitas, esta vez conversamos con Luis Landa, entusiasta profesor de educación secundaria y docente universitario, con quien tuvimos una muy entretenida entrevista para hablar; entre otros temas, acerca de la diversidad sexual en la literatura peruana, la igualdad de derechos, sus años como maestro y mucho más.
El Maestro
Cuéntanos de ti, ¿por qué decidiste estudiar literatura?
Me parece que desde que era niño siempre me gustó leer y escribir, por cierto. En mis más remotos recuerdos, más allá de los libros infantiles, aparecen las páginas de la Divina Comedia con ilustraciones de Doré que mi hermana me leía en uno de los tomos del Tesoro de la juventud. Luego, vendrían los “best sellers” que se distribuían en los años ochenta con algunas referencias del cine como “En busca del arca perdida” y, por supuesto, clásicos de la literatura adaptados. “La Feria del Libro Ricardo Palma” y mi hermano comprándome mis primeros libros allí, todo esto es parte de mi universo literario más primitivo. Leer es el primer eslabón en la cadena.
¿Qué es lo que más te apasiona de ser docente o profesor, cuál ha sido el máximo desafío en tu carrera o el momento más difícil?
Quizá sea esa posibilidad de insuflar en los jóvenes la pasión por las letras y el pensamiento crítico. Nadie puede ser profesor si no abriga la esperanza de que exista la posibilidad de sembrar algo que germine en un ser humano capaz de mejorar a la sociedad. Creo que el desafío máximo de todo profesor, en general, se encuentra allí. Como toda persona que realiza una labor, quisiéramos ver resultados que trasciendan. En la medida en que yo vea a mis alumnos superarse, es decir, superarme, eso ya es un desafío. Y no lo digo por una pose; realmente, creo que ver a mis alumnos después de muchos años siendo algunos colegas míos u otros con una carrera y recibiendo ya algunos elogios por sus logros es para mí esperanzador en la medida en que pude compartir con ellos su formación. No me arrogo su éxito, pero, humildemente, me siento agradecido por haber compartido en algún momento parte de su desarrollo. Los momentos difíciles son muchos y es imposible determinar uno solo. Basta con pensar en cada “corregidera”, en cada momento en que debes explicar una nota a algún alumno o, en alguna oportunidad, cuando sientes algún momento de frustración, porque asumes que lo que enseñas no llega como debe a los mismos alumnos. Es una profesión difícil, sin duda.
¿Cuáles son tus escritores favoritos, qué géneros te gustan dentro de la literatura?
Mis escritores favoritos son demasiados. De manera rápida y sin mucha reflexión y bastante injusticia por las omisiones, te puedo mencionar a Dante, Cervantes, Vallejo, Vargas Llosa, Arguedas, Cavafis, Coetzee; pero no para colocarlos a todos en el mismo nivel, sino porque los recuerdo ahora como autores que me han apasionado en diferentes momentos. Es una pregunta imposible de contestar para una persona que vive en la literatura.
Pronto cumplirás veinte años como profesor de educación secundaria, ¿cómo has observado el tema de los prejuicios y estereotipos dentro del aula y de qué forma lo has manejado?
Sin caer en el dramatismo de la excelente ficción que es La ciudad y los perros, te puedo decir que el colegio es realmente un microcosmos del macrocosmos que es la sociedad. Así lo pensaba Oviedo sobre la novela de Vargas Llosa. Algo parecido sucede en el colegio. Si uno observa el machismo y alguna tendencia política en la sociedad, vas a escuchar sus ecos en el colegio en los comentarios de los alumnos. Supongo que algunos chicos repiten lo que oyen en casa sin mucha reflexión. Son pequeños e inmaduros todavía. Me refiero a la mayoría. De manera que los prejuicios y los estereotipos siempre van a surgir en las clases. Por eso, mi vocación es procurar desterrar muchos de esos prejuicios infundados que los muchachos repiten sin una opinión netamente personal. Siempre trazo la línea y les digo que de algunos temas como el sexo, el dinero, la política y la religión nunca voy a opinar personalmente y ellos quieren, justamente, preguntar sobre esos temas. Hay que ser muy imparcial y dejar que ellos concluyan a partir de hechos concretos que puedan observar solos o sobre los que puedan opinar si yo, como profesor, los invito a reflexionar… con toda la responsabilidad social que estas discusiones deben acarrear.
¿Te sigues viendo como profesor de aquí a cinco años o qué más te gustaría hacer?
(Risas) Cuando mis alumnos me hacen esa pregunta, honestamente les respondo: me gustaría volver al pasado y ser uno de los monjes de la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa, quienes aparentemente solo tenían que despertarse y dedicarse a copiar libros día tras día. No hablar con nadie, solo escribir y escribir y copiar libros y copiar libros. En realidad, me gustaría investigar un poco más y enseñar un poco menos. Nunca puedo verme de aquí a cinco años. La última vez que lo intenté fue cuando dije “ok, voy a enseñar en este lugar solo cinco años y luego me voy” (Risas).
Diversidad
¿Cuándo tomaste conciencia de que había otras personas con una orientación sexual diferente a la tuya?
Para serte sincero, no recuerdo cuándo exactamente me di cuenta del asunto. Creo que para mí fue natural que siempre alguien pudiera elegir libremente que le gusta. En casa, nunca tocamos el tema de manera extraordinaria que yo recuerde. No tengo ningún pariente cercano LTGBQ que yo sepa; por lo tanto, no fue tema en casa. Eso sí, tengo amigos y amigas LTGBQ, sin duda.
¿En tus clases has tocado el tema de la homosexualidad en la literatura de textos o escritores clásicos o contemporáneos?
Por supuesto que hemos tocado el tema. Uno no puede enseñar la Ilíada sin tocarlo. Obviamente el rechazo, justamente por el reflejo machista e intolerante de nuestra sociedad, que ellos repiten, se aprecia mucho en los chicos de tercero de secundaria. Si yo, por ejemplo, les explico que una cosa es el autor y otra el narrador, y como autor hombre escribo un texto de mi narradora mujer con una descripción de su pasión por un hombre es imposible que ellos no hagan muecas como si mis palabras fueran propias y a mí me gustara un hombre. Es decir, son muy inmaduros y hacen esos soniditos y caritas típicas. Sin embargo, y esto depende mucho del grupo, esto va cambiando conforme uno avanza en los grados superiores. En el bachillerato, hemos leído Los inocentes de Reynoso, donde hay un adulto homosexual que acosa a “Cara de Ángel”, pero nadie ha hecho un comentario despectivo contra él o algo parecido. Alguna vez también hemos analizado “Salón de belleza” de Bellatin y no recuerdo nunca que alguno haya hecho algún comentario homofóbico. No estoy diciendo que no haya muchachos y muchachas en contra de la homosexualidad, quizá, totalmente convencidos de los prejuicios; pero, personalmente, nunca me he enfrentado a algún alumno que ha cerrado filas al respecto.
¿De qué forma se ha tratado el tema de la diversidad en la literatura peruana y más específicamente la diversidad sexual desde fine del siglo pasado hasta la actualidad?
Como la literatura peruana no le rinde cuentas a nadie, es evidente que desde los años noventa nuestra literatura sigue en apertura hacia temas que antes estaban más velados por la sociedad pacata. Piensa, nada más, en el escandaloso Bayly de los noventa con No se lo digas a nadie. Más allá del juicio crítico de las obras de Bayly, es evidente que su novela amplía el espacio de discusión sobre el tema. Por otro lado, acabo de mencionar que se sigue esta apertura, porque desde la revolución de la narrativa de los años cincuenta, el asunto se comienza realmente a trabajar. Se me viene a la mente el excelente cuento de Ribeyro “Terra incógnita”, el ya mencionado libro de Reynoso Los inocentes. Pero, déjame decirte que siempre tendré a José Diez Canseco como uno de los precursores del tema en el siglo XX con su novela extraordinaria Duque que, por cierto, dejo como lectura electiva, entre otras, a mis alumnos mayores. En esta novela revolucionaria hay incluso escenas muy subidas de tono que el lenguaje magistral y la capacidad de sugestión de Diez Canseco logran que los lectores poco atentos las pasen por alto sin percatarse de ellas. Eran los años treinta, ¿te imaginas a tu bisabuelita leyendo Duque? Por su parte, de todos los actuales, me parece que Mario Bellatín aportó una joya con Salón de belleza. Y me llama la atención también el poemario de José Carlos Yrigoyen El libro de las señales del que se ha destacado, muchas veces, como una de las pocas composiciones de calidad poética actual, donde la voz homosexual se aprecia como pocas en nuestra poesía. La calidad de la literatura peruana es más que evidente y el tema de la diversidad sexual, por supuesto, se encuentra como una de las naturales muestras de calidad de estas obras.

Sobre temática LTGBQ en Perú no se me vienen ahora mismo otros ejemplos de los que ya te he dado. Más bien, podría aprovechar para cuestionar un poco la manera acartonada de abordar este tema en la novelística de Vargas Llosa que es uno de mis autores favoritos. Sin embargo, si prestas atención a los personajes comprometidos con esta preferencia sexual, muchas veces, desde mi humilde percepción, me parece que son poco naturales. La Chunga o Ambrosio y Don Fermín y la Musa (de Conversación en La Catedral) o Gauguin en su experiencia homosexual en un río en El paraíso en la otra esquina o las protagonistas mujeres bisexuales que abren su última novela Cinco esquinas me han parecido miradas, desde fuera, de comportamientos homosexuales o bisexuales. Es decir, no llego a captar algo natural en la experiencia sexual que aportan estos personajes en las obras en que son partícipes. Puede ser que me equivoque, pero pienso que hay una aproximación más natural, más sensible en Bellatín que en Vargas Llosa al respecto. Y cuando me dices que piense en otros autores de nivel internacional no puedo dejar de mencionar a Cavafis, a quien te he citado como uno de mis poetas favoritos o no puedo dejar de pensar en dos de mis poetas peruanos preferidos: Jorge Eduardo Eielson y el genial César Moro. Entre los latinoamericanos, tampoco olvido a José Donoso, que me parece, por ejemplo, un narrador contemporáneo de Vargas Llosa que sí ha logrado hacer, de uno de sus personajes, una muestra genial de cómo la literatura puede expresar simplemente el carácter no solo homosexual sino hasta travesti de una “persona”. Estoy pensando, obviamente, en ese genial libro que es El lugar sin límites y en “La Manuela”. La descripción inicial de la novela, en sus primeras líneas, y que oculta deliberadamente el género de “La Manuela” al mismo tiempo que lo caracteriza, me parece de una sutileza extraordinaria. En esta obra encuentro mucha más autenticidad que en la pieza teatral La Chunga de Vargas Llosa, sobre el tema, por ejemplo. Todos los casos que rápidamente te cito y que vienen espontáneamente a mi mente corresponden, obviamente, con obras donde se aborda el tema; no pienso en la vida privada de los autores.
¿Piensas que la literatura peruana realmente ha salido del clóset?
Una vez nos visitó en una clase del doctorado el escritor chileno, la “yegua” Francisco Casas. Un tipo bastante extrovertido y genial. A él le molestaba que se usara ese cliché “salir del clóset” y no solo porque era una traducción de un pensamiento gringo. La verdad no recuerdo exactamente el argumento, pero cuando alguien usa la frase “salir del clóset”, pienso en el amigo de Lemebel, que es otro autor que se debe leer, porque su libro Las yeguas del apocalipsis es mucho más que real diversión asegurada y de una calidad contemporánea, sin lugar a dudas. Así es que si me preguntas si pienso que la literatura peruana ha salido del clóset, te podría contestar que, para escribir sobre estos temas, muchos autores lo han hecho con énfasis masivo durante los noventa, pero ya antes había muestras de valor indudable. Yo creo que si “salir del clóset” es una metáfora para escribir y publicar el tema LTGBQ en nuestro país, sin duda, esto no afecta a nadie en escalas considerables. Si mi percepción es acertada, también espero que la razón se deba a que es un tema aceptado sin aspavientos y no que sea producto de que pocos peruanos leen.
¿Decir literatura gay es hacer otro gueto o por el contrario visibiliza los afectos y las pasiones?
Es inevitable buscar rótulos en la crítica literaria. Es necesario agrupar, encasillar y nombrar. No hay que ver esto como una desventaja o un despropósito de la crítica. Más bien, se puede apreciar como una barrera temporal a sobrepasar. Tu pregunta me recuerda a la escena de Trainspotting, cuando los amigos están celebrando en una discoteca, porque habían ganado dinero en las apuestas de las carreras de caballos y Renton narra las escenas superpuestas como si fuera una “voz en off”. Así, explica cómo cada uno trata de seducir a alguien en la discoteca y Begbie, el más intolerante del grupo, escoge a una mujer muy sexy a quien comienza a manosear en un auto y las escenas se superponen y por momentos se muestra el avance de Begbie y la búsqueda de Renton entre varias chicas y se llega a un punto en que Begbie posa su mano en la entrepierna de la mujer y se da cuenta de que es un hombre. En ese instante, Renton dice algo así como: algún día las personas serán solo eso, personas, y ya no habrá que preocuparnos de si son mujeres u hombres los que nos gusten; pero, claro, nadie se lo había explicado así a Begbie. Y allí Begbie estalla, porque se siente estafado y surge una típica reacción homofóbica en la película, que no hiere la sensibilidad para nada. Bueno, lo que quiero rescatar de esto es que algún día probablemente se llegue a pensar con tanta libertad como lo vaticina Renton. De manera que decir “literatura gay” por ahora es solo un rótulo que identifica una temática, probablemente, esto cambie o se mantenga; hay que esperar a que las personas sean consideradas como eso: solo personas.
En el tema gay o LTGBQ estamos rodeados de estereotipos o prejuicios, ¿cómo lo has vivido dentro de la sociedad?
Cotidianamente, todos los días lo vivo: desde los chistes inocentes entre los alumnos, entre mis amigos, el típico “no seas marica” tan peruano. Los vendedores de golosinas callejeros que se visten de mujeres voluptuosas y acosan a los hombres creyendo que son graciosos; la televisión peruana entera: todo conduce a fracciones de irrespeto que jamás podremos calcular en su real dimensión.
Y en esa línea de los tabúes no podemos dejar a un lado el sexo, ¿piensas que los peruanos han retrocedido o avanzando en cuanto a hablar del tema, a vivir y practicar la sexualidad en forma más libre?
No solo los peruanos se han liberado en el tema. Es un asunto mundial que nos ha llegado queramos o no. A mí lo que me preocupa de todo esto, sin ser moralista, es que se acabe imponiendo el instinto natural sexual por sobre el erotismo; que el sexo se convierta en un deporte en lugar de una experiencia única de compenetración; que el automatismo sepulte las emociones.
¿Te gusta salir a marchas o eventos por causas sociales como Ni una Menos o la Marcha por la Igualdad?
No se trata de que me guste; se trata de que debo asistir y quiero que mi voz se escuche. Es mi derecho y la calle sirve también para eso: para expresar con libertad mi protesta. Estuve en “Ni una menos” y me pareció increíble que niños, sillas de ruedas, ancianos, hombres en minifalda mostrando exageradas piernas peludas y otras imágenes que no esperaba encontrar se manifiesten también con esa alegría de aquel día. Solo quisiera que esta marcha no haya sido “flor de un día”, porque las agresiones no se detienen.
¿Qué es lo más gay friendly que has hecho en tu vida?
La verdad es que no lo recuerdo. Sinceramente. Probablemente, besarme en el cachete con mis amigos hombres del colegio (todos nosotros heterosexuales) sea una demostración espontánea del cariño que nos tenemos, pero, quizá, pueda ser visto por alguien desde afuera como una demostración gay friendly si seguimos en los estereotipos. No lo sé. Quizá haber realmente disfrutado con amigos de la universidad de las noches espectaculares de un lugar genial llamado “Kitsch” en Barranco, con esas “Drag Queens” que hacían la noche con un show inolvidable… No lo sé, no estoy haciendo las cosas para parecer “gay friendly”, sino porque las siento más allá de los gustos sexuales.

La campaña Con Mis Hijos no te metas contra el nuevo currículo produjo mucha controversia y promovió el odio de un sector conservador religioso...
Justo acabo de manejar detrás de un taxista que tenía dos stickers iguales pegados con ese lema y no respetaba nada: ni a los peatones ni a los demás conductores ni al semáforo. Me pareció muy irónico que ostente dos stickers de esos y maneje como un loco. Es gracioso, porque el lema mismo es bastante amenazador, como la forma de manejar del taxista. “Con mis hijos no te metas o te…”, parece que hay que completar la agresión. Más allá de mi propio prejuicio por el taxista, que no es más que una anécdota a propósito de tu pregunta, pienso que sentirse amenazado y por la escuela pública, es decir, por la orientación que el MINEDU quiere impartir como política de nación (y no de un partido) es síntoma de una sociedad bastante superflua o enferma. Es evidente que el currículo quiere establecer el respeto de cualquier género. Es absurdo escuchar a algunos religiosos de no sé qué secta proferir improperios infundados contra el currículo. Lo que demuestra mucha manipulación de la información y poca madurez al momento de argumentar un tema que es muy importante. El respeto a la persona por ser una persona, más allá de sus preferencias resulta algo fundamental y, como vemos en las noticias a diario, esta es una realidad del respeto que todavía está completamente alejada de nuestra realidad cotidiana: golpear a mujeres, avanzar con el carro encima de los peatones sobre la cebra, meterse en la cola, estacionarse delante de un garaje, todo es parte de la misma cultura de “yo hago lo que me da la gana” o “yo subestimo a mi prójimo” o “tú no sabes quién soy yo” de nuestra cultura peruana. “Con mis hijos no te metas… que yo hago lo que me da la gana”. Ojalá los hijos respeten más que los padres que creen en ese eslogan.
¿Cómo lograr un verdadero estado laico?
El estado debe ser laico por definición. Esto no implica que la iglesia no reciba beneficios de sus creyentes, pero esto tampoco significa que una religión tenga todo el beneficio automáticamente en nuestro país, por ejemplo. En Alemania, uno tiene que declarar con qué religión quiere contribuir con sus impuestos. Si uno es evangélico, una parte de los impuestos va para la iglesia evangélica; si uno declara que es católico, una parte de sus impuestos va para la iglesia católica y, así sucesivamente. No entiendo cómo aquí eso ni siquiera se discute. Bueno, sí lo entiendo, pero no puedo aceptarlo así de simple. Si en un momento, tú te pones en los zapatos de un creyente de una iglesia llamada “La sanación perpetua del socorro”, pregúntate por qué tú deberías regalar tus impuestos a la religión católica (aunque no lo sepas) y no a tu propia religión. Por otro lado, volviendo al centro de tu pregunta, obviamente el estado debe ser laico, porque considera la libre creencia. De manera que me parece ridículo que en las entidades públicas se arreglen nacimientos y se coloquen estampitas por todos lados como si fueran espacios religiosos y de una religión en especial. Imagínate que en lugar del catolicismo la religión más popular de nuestro país fuese el hinduismo y tuvieras que ver estatuas de Ganesha en las comisarías, estatuas de Kali en los hospitales, pinturas de Siva en los parques, ¿no te parecería una locura, como católico, vivir en un mundo así? No eres hinduista, eres católico, pero todo el tiempo ves marcas del hinduismo por donde transites y por donde podrías sentirte neutral de cualquier pensamiento religioso. Por eso, cuando me enteré del escándalo del CONCYTEC y de las imágenes religiosas que su directora, con toda lógica y derecho, quiso retirar, me dije: para que en el Perú se entienda el estado laico, habría que trabajar demasiado en educación.
Tú enseñas lingüística, y sabemos que el lenguaje incluye a las personas o las margina, ahora suele usar todos y todas...
Quiero aprovechar tu pregunta para aclarar cuestiones de lingüística básica. El género, en cualquier lengua, no significa lo mismo que el sexo. Es cierto que, muchas veces, el sexo de un animal o del mismo ser humano coincide con el género, pero no se puede pensar que como “abeja” corresponde con el género femenino, todas las abejitas tienen faldita. Hago esta broma, porque las cosas se ponen realmente inexplicables cuando escucho estas ideas de querer decir que “estamos contentas”, porque hay más mujeres que hombres en un grupo o apelar a tonterías como escribir “tod@s” para referirse a todos y todas. La lengua castellana hace el plural indefinido en género masculino. Esto es un constructo humano, no una cuestión de naturaleza sexual. De manera que cuando menciono “plural indefinido en género masculino” no pienso en que los hombres han ganado o son superiores, porque pensar que el género masculino en una lengua significa “hombre” es una aberración. ¿Qué se diría del alemán que tiene tres géneros, “der”, “das”, “die”, masculino, neutro y femenino? ¿Se pensaría que el neutro es para homosexuales? Y cuando digo “Das Auto”, ¿estoy diciendo que los autos son gays? Es totalmente absurdo. Si tengo en castellano un listado donde aparecen géneros diferentes, la regla es muy simple: el plural se ejecuta en masculino. “La regla, la cartuchera, la botella y el lapicero estaban ordenados” no “ordenadas” porque aparecen más objetos de género femeninos. Así también, cuando quiero convertir un adjetivo en adverbio, al colocarle la terminación “-mente”, debo cambiarlo primero al femenino. Es decir, “rápido” cambia a “rápida” y añado el sufijo “-mente” para tener el adverbio “rápidamente”. Nadie dice “rápidomente” ¿Y qué pasó aquí? ¿Ganaron las mujeres porque cambiamos un adjetivo a género femenino y no al masculino? Pensar así sería absurdo. Todos estos puntos caricaturescos solo me sirven para explicarte que, a veces, las personas se embarcan en discusiones absurdas, donde dejan una energía que deberían dedicar a otros menesteres de la vida más productivos, porque simplemente ignoran lo que en la lengua significa “género” y lo confunden con “sexo”. Algo como un eco de la ignorancia de “Con mis hijos no te metas” hay en este tipo de tontas reivindicaciones lingüísticas.
Tú sabes a todo el mundo en La Revista Diversa le preguntamos ¿quién es el hombre más sexy del Perú y del mundo?
El hombre más sexy no estoy muy seguro, pero porque siempre me gustó la música de los Doors y he visto tantas imágenes de ellos, te diría espontáneamente que Jim Morrison fue muy sexy.
que buena entrevista al profesor Luis Landa. felicitaciones a él y al periodista Capurro
ResponderEliminarexcelente entrevista y muy buenas recomendaciones para trabajar en el aula el tema de la diversidad, cariños desde Argentina, de un actor y profesor de literatura chileno, militante y defensor de los derechos LGBTIQ
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