LETRAS INDÓMITAS: MEMORIAS DE AMÉRICA DE CUBA A ALASKA



La progenitora de la cantante Olvido Gara Jova —–más conocida por todos como Alaska, ha presentado unas memorias en las que deja claro que su mundo es suyo y que nadie se lo quitará jamás. Memorias de América: De Cuba a Alaska es un magnífico libro en el que se nos muestra, con elegancia y pluma firme, que en la vida somos lo que hacemos para, en ocasiones, cambiar lo que somos o no; dependiendo de nuestras ganas y estados anímicos. La obra recorre los recuerdos de una abnegada y moderna madre que lucha y siente pasión por la vida. Con intensas experiencias a sus espaldas, América Jova Godoy deja claro al lector que ella no ha venido a este mundo solo para ser la madre de Alaska, sino para tener su propio trono en ese término tan bonito llamado libertad. Cuando salió de la Cuba de Batista, asegura que dejó atrás una familia acomodada para emprender un azaroso periplo; un viaje sin billete de vuelta. Viajó hasta un México alegre donde nacería su única hija; se casó en dos ocasiones —–entregándose en cada relación como si fuese la definitiva—– y forjando, como no podía ser de otra manera, por su gran carisma, esa valentía que la empujaría hasta una España gris que acabó de mil colores, a través de La Movida madrileña, que ella misma amadrinó. Su hija Olvido y su querido yerno, Mario Vaquerizo, son dos de los principales personajes de estas singulares memorias —–en las que la autora desvela la parte más íntima de la infancia y la adolescencia de quien fue reina de La Movida—– pero no deja espacio para dudas ya que en el libro la protagonista indiscutible es ella misma, sin trampa ni cartón:

América: “Soy de derechas, voto a Rajoy. En mi vida he tocado una aspiradora así que preferí buscarme una sirvienta y pagarla para que trabajara. Mi marido tenía miedo porque era republicano, pero no tuvo ningún problema". 

Memorias de América: De Cuba a Alaska dibuja a una entrañable dama cubana que sufrió mucho tras abandonar su bella isla. Los nuevos senderos que tuvo que recorrer tuvieron sabores amargos, en especial, después de perder a toda su familia salvo a su amado padre. A pesar de sus declaraciones partidistas, lo cierto es que Doña América tuvo que trabajar duro para sacar adelante a su hija después de que fuese abandonada por su esposo Manolín. Gestionó casas de huéspedes, dirigió una peluquería, varios restaurantes pero ni por asomo se encontró con una rosa sin su espina; de hecho, llegó a vender sus más preciadas joyas, bolsos y prendas para poder subsistir más allá de unos años 60 que permanecen grabados en su mente. De su hija Olvido detalla que no tenía muchas cosas en común con ella. Sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían y mucho menos pensaban igual. Tenían las ideas muy diferentes. Ella era dueña de sí misma y Alaska era una niña muy segura. Sin embargo, como todo lector puede suponer —–a juzgar por la buena sintonía existente entre ambas mujeres—–, sus manos parecían haber sido hechas como piezas exactas para encajar una con otra —–con los dedos entrelazados y mirando a la misma dirección—–, en un mundo maravilloso de creatividad, magia, devoción y mucho amor.

América: “Olvido siempre fue muy formal hasta los doce años —–declaró en esRadio—– lo que pasa es que es tan formal y tan ordenada que decíamos: esta niña tiene un viejo dentro. Pero en cambio mi yerno es como yo. Olvido se va la primera de la fiesta, y Mario se queda el último. Mi hijo debería haber sido él”.
América Jova Godoy nos brinda una lección de vida con Memorias de América: De Cuba a Alaska. Se trata de uno de los libros más sorprendentes, entretenidos y humildes que podemos encontrar este año en las librerías. De tal palo, tal astilla; de tal astilla, tal palo. La madre de Alaska destapa una existencia enrevesada, novelesca y hasta disparatada —–según la página en la que estemos inmersos—– donde ella sigue siendo la dueña y señora de un hogar; de unos pasos que se han ganado el cariño y respeto de todo el mundo a pulso. Todo lo bueno se acaba pero en el punto y final de su autobiografía comprenden los lectores que el silencio también es bello para recapacitar y llegar a puntos de inflexión que permita al ser humano crecer. De la vida de Doña América quedará la verdad; todo el resto se acabará. Entonces los lectores serán más persona y comprenderán que aunque lo que nace se apaga y de ser todo puedes ser nada… ese silencio que acompaña siempre parecerá mucho más normal que muchos ruidos. 

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