Realidad Monocromática: ¿Solo amigos?


Por Adolfo Cruz

Ha llegado febrero, el mes del amor. 

Las parejas se reúnen en diversos parques sentados bajo los árboles o en alguna de las bancas. El amor esta en el aire, como dicen. Pero, en una de aquellas bancas, quizá en la más alejada del lugar, se siente un ambiente cargado de tensión sobre dos jóvenes.

Ante los ojos de las personas que transitan por aquel parque, son solo amigos tratando cualquier tema trivial y quizá sin gran importancia. En realidad, están discutiendo la ubicación ideal donde deberían buscar su nuevo hogar. Pronto vivirán juntos.

En aquel mismo parque, bajo la sombra de un árbol, otras dos jóvenes se encuentran recostadas mirando el cielo. Tímidamente, se toman de las manos. No llaman mucho la atención. Para todo aquel que las vea, son muy buenas amigas, quizá incluso sean amigas de la infancia. Es algo normal. Son solo amigas. Pero, ¿Cuál es su realidad? A pesar de una gran variedad de trabas que intentó ponerles la vida, han logrado mantenerse juntas y, el día de hoy, han llegado a los siete años de relación.

Ante los ojos de la sociedad, ambos ejemplos no llaman la atención. ¿Por qué deberían? Son solo amigos que se reúnen en un parque. Pero, la realidad de sus relaciones no tarda en darse a notar.

Aquella casi desapercibida pareja de jóvenes en la banca comete el “error” de tomarse de las manos. En segundos, rostros de desagrado se empiezan a formar en las personas que transcurren por donde ellos están y, a los pocos minutos, son agredidos verbalmente por aquellos que desaprueban su relación, llegando a ser retirados del parque por su “comportamiento inmoral”.

Las dos jóvenes bajo el árbol no pudieron escapar de una suerte similar. Perdidas en el momento, tras recordar tantas bellas experiencias juntas, no pudieron evitar los roces de una mano por el rostro de la otra, llegando a concretar un beso que no fue ignorado por una de las otras parejas. La desaprobación hacia un acto de amor entre dos mujeres se hace evidente y, finalmente, también son retiradas del lugar.

Puede que llegue a sonar injusto la enorme desaprobación hacia solo algunos pocos, pero esa es la realidad en la que viven muchas parejas del mismo sexo en esta sociedad donde habitamos.

La enorme mayoría de relaciones entre jóvenes dentro de la comunidad LGBT suelen ser a escondidas, y bajo la oscuridad protectora de una calle poco iluminada, casi deshabitada o dentro de cuatro paredes, donde no es posible ser discriminado ni sentir la enorme desaprobación a lo que debería considerarse una relación más dentro de una sociedad llena de individuos tan diferentes que el decir que no entra en lo “normal” llega a sonar ridículo. Pero, es que no se suele considerar a una relación entre personas del mismo sexo como un igual frente a relaciones heterosexuales.

Desde niños, se nos enseña que llegar a ese amor romántico hacia otra persona es una de las metas que debemos alcanzar. Debemos afianzar una relación duradera, si es posible, para toda la vida. Sin embargo, aquella idea de amor romántico queda desplazada a un segundo plano cuando se habla de un amor entre personas del mismo sexo, dejando solo el plano sexual como lo fundamental. Y es que la idea de homosexualidad está estrechamente ligada a la creencia que el homosexual solo busca el placer sexual. ¿Y cómo se espera que la sociedad piense diferente? En todos los medios, el homosexual suele retratarse como una broma. Para una enorme mayoría, somos seres siempre inconformes con lo que son, disfrazados del genero opuesto de la forma más estrafalaria posible, promiscuos que no buscan más que el placer, sin mayor aspiración que ser “una peluquera” o “una mecánica”.

Y suele ser ahí donde radica el problema. ¿Cómo se espera que se acepte una relación si de por si los que la integran son encasillados en la promiscuidad y baja moral?

Gay, lesbianas, transexuales, bisexuales, heterosexuales, entre otros, son solo etiquetas colocadas en la persona para identificarla por sus gustos, preferencias o la manera como se identifican a sí mismos dentro de los géneros existentes. El llevar una de esas etiquetas no debería ser razón suficiente para catalogarte como una persona de baja moral o de conductas inapropiadas. Toda persona, sin importar su orientación sexual, está proclive a caer. El problema radica que la población LGBT se encuentra ahora bajo constante observación y se busca el mínimo tropiezo para realizar un ataque o colocar calificativos.

Quizá el cambio y la aceptación no llegarán de la noche a la mañana ni se obtendrá tras innumerables imposiciones de ser aceptados, pero siempre se tiene la opción de hablar con el propio ejemplo. ¿Qué mejor manera de probar que no somos un estereotipo que demostrando como vivimos en realidad?

Mediante el cambio de la imagen que se tiene de nosotros, puede que a futuro se logre la tan ansiada aceptación y podamos, finalmente, ver todo tipo de parejas profesándose el cariño que se tienen sin temor, y que no deban ser solo amigos.

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