EN PRIMERA BUTACA: Ben-Hur, apartA de mi este cáliz

Por Antonio Capurro
No recuerdo exactamente cuántos años tenía cuando vi por primera vez Ben-Hur en la tele de mi casa, quizá debió ser a los ochos o nueve años y en B/N. Ese clásico incansable de Semana Santa que parece no envejecer frente a nuestros ojos y que a pesar de las repeticiones continúa llamando la atención. Lo cierto es que aparte de lo grandilocuente y espectacular de la producción, no en vano es una película épica y un clásico del cine, mi atención se desvió no hacia la fastuosa cinematografía o los miles de extras sino la intensa relación “amical” de los protagonistas: Ben-Hur y Messala.
En esta historia de amor odio, el fuego y la pasión no cesa nunca. Con los años presumía que entre esos dos hombres se cocinaba algo más, luego comprobé que mis dudas eran más que ciertas. De lejos “Ben-Hur” es una película con un sub texto homoerótico que no se explicita porque lamentablemente cuando se filmó, Hollywood todavía estaba en el closet, era una época de censura con el Código Hays que impuso una serie de restricciones en los temas y las cosas que se podían ver o no en la pantalla grande, así las cosas no había opción para la diversidad sexual. A pesar de todo, los directores y guionistas con un toque pink se las ingeniaban para maquillar los textos como fue el caso de la película en controversia.
Hubo un tiempo antes del Twitter en el que las celebridades ventilaban su opinión usando cartas escritas a mano enviándolas a los periódicos. Una de esas peleas de papel tuvo como cuadrilátero las páginas de Los Angeles Times, precisamente entre Charlton Heston y Gore Vidal, un drama epistolar de divas otoñales. Vidal tenía algunas ideas no heterosexuales acerca de las razones por qué Judah Ben-Hur y el tribuno romano Messala pasan de ser amigos de la adolescencia a enemigos a muerte, cuyo final es coronado en la disputa de los carrozas de caballos, una escena memorable.
Y es que claro, nunca queda muy claro porque el odio o la revancha desmesurada de Messala contra su ex amigo. Entre Charlton Heston y Stephen Boyd, que están súper metidos en sus papeles, parecía que algo había ocurrido más allá de la amistad y cuando Messala vuelve a verlo en Judea piensa que todo será como antes pero se había equivocado. ¿Qué pudo haber ocurrido para que se produzca esta férrea enemistad? Vidal declaró en el año 1995 en el documental “The Celluloid Closet,” que reveló los subtextos gay codificados y a los actores enclosetados de un número de filmes hollywoodenses, cómo fue que convenció al actor Boyd y al director William Wyler (quien más tarde dirigiría La Calumnia donde una profesora lesbiana se suicida) para luego de varios estancamientos en el plot del guión darle un motivo de peso a la explicación del odio mortal de Messala por su gran amigo Ben-Hur. Eureka! Estos dos fuertes, varoniles y recios hombres en la plenitud de su madurez, con la testosterona moviéndose debajo de sus togas, habían tenido un romance de adolescentes que Messala quería seguirla, pero a Ben-Hur ya este no le movía el piso para nada. ¿Estaría ciego?
Charlton Heston nunca pudo con su genio y negó en repetidas ocasiones que haya existido cualquier insinuación homosexual en la relación de su personajes con Messala. ¿Cómo que no? A recordar la escena del reencuentro en donde las miradas, los acercamientos, las formas del romano no engañarían ni al Papa. El hecho es que a Wyler y Boyd les gustó la idea de Vidal, pero acordaron no decirle nada al homofóbico Heston porque en palabras del director éste se hubiera caído para atrás. El trío guardó el secreto para que la escena en cuestión pueda fluir y es lo que se ve durante el metraje. Es un hecho que Heston, quien en los últimos años de su vida estuvo más dedicado a la defensa del uso de armas en su país, le causaba picazón lo que decía Vidal, quien rechazaba graciosamente la postura del actor.
No cabe duda que muchos seguiremos viendo Ben-Hur en Semana Santa, no por ser una de las películas más recordadas de la historia del cine o por los 200 camellos, 2.500 caballos y 10.000 extras o la carrera de cuadrigas, una secuencia de 9 minutos cuya filmación llevó tres meses, sino por ese bendito beso que debió ser pero no fue.
No recuerdo exactamente cuántos años tenía cuando vi por primera vez Ben-Hur en la tele de mi casa, quizá debió ser a los ochos o nueve años y en B/N. Ese clásico incansable de Semana Santa que parece no envejecer frente a nuestros ojos y que a pesar de las repeticiones continúa llamando la atención. Lo cierto es que aparte de lo grandilocuente y espectacular de la producción, no en vano es una película épica y un clásico del cine, mi atención se desvió no hacia la fastuosa cinematografía o los miles de extras sino la intensa relación “amical” de los protagonistas: Ben-Hur y Messala.
En esta historia de amor odio, el fuego y la pasión no cesa nunca. Con los años presumía que entre esos dos hombres se cocinaba algo más, luego comprobé que mis dudas eran más que ciertas. De lejos “Ben-Hur” es una película con un sub texto homoerótico que no se explicita porque lamentablemente cuando se filmó, Hollywood todavía estaba en el closet, era una época de censura con el Código Hays que impuso una serie de restricciones en los temas y las cosas que se podían ver o no en la pantalla grande, así las cosas no había opción para la diversidad sexual. A pesar de todo, los directores y guionistas con un toque pink se las ingeniaban para maquillar los textos como fue el caso de la película en controversia.

Y sin querer los millones de cristianos o católicos homofóbicos estaban presenciando un filme con dos personajes homosexuales o que al menos parecían serlo. Pero el único que nunca estuvo tranquilo con este rumor, ya confirmado por Gore Vidal uno de los guionistas invitados para escribir el guion, fue la estrella del filme Charlton Heston, quien aterrizó en la película luego de haberse pensado en Burt Lancaster, Rock Hudson, Paul Newman y Kirk Douglas.
Hubo un tiempo antes del Twitter en el que las celebridades ventilaban su opinión usando cartas escritas a mano enviándolas a los periódicos. Una de esas peleas de papel tuvo como cuadrilátero las páginas de Los Angeles Times, precisamente entre Charlton Heston y Gore Vidal, un drama epistolar de divas otoñales. Vidal tenía algunas ideas no heterosexuales acerca de las razones por qué Judah Ben-Hur y el tribuno romano Messala pasan de ser amigos de la adolescencia a enemigos a muerte, cuyo final es coronado en la disputa de los carrozas de caballos, una escena memorable.
Y es que claro, nunca queda muy claro porque el odio o la revancha desmesurada de Messala contra su ex amigo. Entre Charlton Heston y Stephen Boyd, que están súper metidos en sus papeles, parecía que algo había ocurrido más allá de la amistad y cuando Messala vuelve a verlo en Judea piensa que todo será como antes pero se había equivocado. ¿Qué pudo haber ocurrido para que se produzca esta férrea enemistad? Vidal declaró en el año 1995 en el documental “The Celluloid Closet,” que reveló los subtextos gay codificados y a los actores enclosetados de un número de filmes hollywoodenses, cómo fue que convenció al actor Boyd y al director William Wyler (quien más tarde dirigiría La Calumnia donde una profesora lesbiana se suicida) para luego de varios estancamientos en el plot del guión darle un motivo de peso a la explicación del odio mortal de Messala por su gran amigo Ben-Hur. Eureka! Estos dos fuertes, varoniles y recios hombres en la plenitud de su madurez, con la testosterona moviéndose debajo de sus togas, habían tenido un romance de adolescentes que Messala quería seguirla, pero a Ben-Hur ya este no le movía el piso para nada. ¿Estaría ciego?
Charlton Heston nunca pudo con su genio y negó en repetidas ocasiones que haya existido cualquier insinuación homosexual en la relación de su personajes con Messala. ¿Cómo que no? A recordar la escena del reencuentro en donde las miradas, los acercamientos, las formas del romano no engañarían ni al Papa. El hecho es que a Wyler y Boyd les gustó la idea de Vidal, pero acordaron no decirle nada al homofóbico Heston porque en palabras del director éste se hubiera caído para atrás. El trío guardó el secreto para que la escena en cuestión pueda fluir y es lo que se ve durante el metraje. Es un hecho que Heston, quien en los últimos años de su vida estuvo más dedicado a la defensa del uso de armas en su país, le causaba picazón lo que decía Vidal, quien rechazaba graciosamente la postura del actor.
No cabe duda que muchos seguiremos viendo Ben-Hur en Semana Santa, no por ser una de las películas más recordadas de la historia del cine o por los 200 camellos, 2.500 caballos y 10.000 extras o la carrera de cuadrigas, una secuencia de 9 minutos cuya filmación llevó tres meses, sino por ese bendito beso que debió ser pero no fue.
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