EN PRIMERA BUTACA: Brokeback Mountain
Lo dicho por el escritor inglés Oscar Wilde con su frase "el amor que no se atreve a decir su nombre” es una afirmación que podría ajustarse a la perfección en el filme Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) película del mainstream hollywoodense respecto al todavía controversial tema de la homosexualidad. Es un elogio que Ang Lee, quien no recogió el premio Oscar a la Mejor Película en el 2006 pero si el de Mejor Director, se haya aventurado a dirigir una película de tamaña envergadura entregándonos una sensacional historia de amor épico entre dos hombres que se aman en medio del silencio y los convencionalismos del oeste americano.
Brokeback Mountain demostró muchas cosas, la primera que el tema podría atraer a las grandes masas convirtiendo a la película en un éxito de taquilla y en todo un fenómeno. La segunda que se podía contar una historia de manera entretenida a pesar de ser un tema delicado. Y Ang Lee (Palma de Oro Cannes 2005, Mejor Director por Brokeback Mountain) sale airoso de este desafío mayor en el que se vio involucrado desde el guión escrito por Larry McMurtry y Diana Osanna (a partir del relato corto de la autora Annie Proulx) no deja ningún cabo suelto y es brillante en todos sus aspectos. Brokeback está llena de poesía y metáfora en su puesta en escena, con el imponente escenario de la montaña que se yergue también como un protagonista expectante y silencioso, cómplice y testigo de ese romance que pronto se desatará como una fuerza de la naturaleza.
Ya desde el nombre, Brokeback Mountain (algo así como La Montaña Quebrada) sabemos que el camino no será fácil para esos dos hombres y que su verdad se revelará a plenitud enfrentándolos con sus inocultables deseos. Algo semejante ocurría en una anterior película del cineasta de origen taiwanés llamada "La tormenta de hielo", donde se planteaba el desencadenamiento de la fuerza de la naturaleza en las relaciones humanas. Y en Brokeback el paisaje es aquella fría y enorme montaña que rodea y envuelve a estos dos jóvenes cowboys que encontrarán el calor de la pasión. Es 1963, Ennis del Mar (Heath Ledger) llega a pedir empleo como cuidador de ovejas al igual que Jack Twist (Jake Gyllenhall), al primer contacto visual surge el interés y la atracción, poco a poco vamos asistiendo a la evolución de sus sentimientos cuando suben a la montaña y establecen una viril camaredería que se descubre una noche bajo la luna y el frío. Ennis es la inquieta calma y Jack es la turbulencia y el enredo, ambos se complementan y equilibran, se necesitan para confrontar lo que son y lo que nunca dejarán de ser: dos hombres que quieren estar juntos pero que no saben cómo hacer para lograrlo.
Nunca se nos muestran los cambios políticos o sociales que dan marco a la historia porque Ennis y Jack viven lo que tienen que vivir al margen de lo demás, su romance de cierto modo atemporal ajeno al resto; sin embargo sabemos que es una época de grandes cambios: la era Jhonson que dio paso a las corporaciones demistificando el poder de aquella otrora salvaje imagen del oeste. Los vaqueros no son los mismos de antes y nuestros dos protagonistas son la imagen de ello, son dos tipos de clase media baja en busca de mejores oportunidades. La felicidad se les dará solo en ese paraíso llamado Brokeback Mountain y no dejará de acompañarlos la nostalgia y la melancolía de lo que han sembrado. Si algo destaca en Secreto en la montaña es que se aleja de los clichés o estereotipos, Ennis y Jack viven lo que tiene que vivir y pierden lo que deben de perder sin que nada sea gratuito.
Ya comentaba que la película tiene mucho de metáfora y solo basta mencionar la escena en la que Ennis (con el acompañamiento de la excelente banda sonora original compuesta por Gustavo Santaolla,) luego de haber dormido con Jack sale confuso de la tienda de campaña raudo a ver lo que ha pasado en la noche anterior con las ovejas, la música lo acompaña y advierte su turbación: Ennis busca una respuesta que hallará cuando advierta a la oveja despellajada por un lobo. Y allí nace el sentimiento de culpa, a diferencia de Jack, que lo acompañará como un sino trágico de su carácter a lo largo de toda película.
La trama crece al paso del tiempo, Ennis y Jack se casan intentando cubrir lo que sienten para darle una fachada a sus vidas y olvidar lo que pasó en la montaña. Pero ninguno de ellos, a pesar de sus encuentros y desencuentros, de sus dudas y miedos, de su lejanía y cercanía, quiere perder ese fuerte vínculo de saberse compañeros de cuerpo y corazón. Es la fuerza de la naturaleza que los empuja a seguir pese al viento que sopla en su contra porque el mundo en el que viven, lleno de machos rudos con sus esposas, no pueden hacer lo que realmente desean, no hay espacio para el escándalo en un pueblo heterosexual y lo único que les quedará es la frustración a sus espaldas. Así cada uno lidiará como pueda con ese mal y buen sabor que les deja su pasión. La película va atando y desatando nudos sin conceder espacio a los convencionalismos, y la historia de estos amantes va creciendo y solidificándose a lo largo de 20 años de amor oculto.
Heath Ledger y Jake Gyllenhall asumen sus papeles con una gran solvencia en sus roles de Ennis y Jack en las diversas etapas en que se divide la película desde sus jugueteos en la grama hasta su adultez. Ellos lucen sensacionales, la fuerza de amor que emana de sus respectivan interpretaciones hace que la historia se sienta plena y madura, pero es una historia de carencias y de pérdidas que a pesar de todo se yergue real porque Ennis y Jack tienen que enfrentar lo que son. Y de eso es lo que habla Brokeback Mountain de la lucha por lograr la felicidad con la verdad porque eso será lo que recordemos y legemos al futuro. Quizá algunas cosas quedan sueltas o demás alargando el relato que vuelve a recuperar sus brillos en la parte de la resolución cuando Ennis va en busca de los padres de Jack para recoger algo de su amente.
A destacar las actuaciones de los secundarios y en especial de Michelle Williams como la sufrida esposa de Ennis. Brokeback Mountain eleva su calidad con una dirección artística sencilla y efectiva que privilegia los espacios abiertos y cerrados al mismo tiempo ubicando a a sus protagonistas en su espacio rural. La cálida fotografía de paisajes bucólicos y noches ensoñadoras es un trabajo de Rodrigo Prieto de máxima calidad, es ahí donde ellos pueden ser quienes son, en el campo en medio de ese paisaje agreste.
El secreto en la montaña se ha develado porque para nadie es ya un secreto que el amor libera y mucho, aunque una vez más veamos una historia gay de sufrimiento, una historia melancólica y triste, una historia que nos deja el mal sabor de saber que la felicidad todavía es difícil para dos hombres que como Ennis y Jack se aman. Es hora de ir mostrando otros paradigmas que no tengan un destino trágico sino uno que brille como el arcoiris.
Brokeback Mountain demostró muchas cosas, la primera que el tema podría atraer a las grandes masas convirtiendo a la película en un éxito de taquilla y en todo un fenómeno. La segunda que se podía contar una historia de manera entretenida a pesar de ser un tema delicado. Y Ang Lee (Palma de Oro Cannes 2005, Mejor Director por Brokeback Mountain) sale airoso de este desafío mayor en el que se vio involucrado desde el guión escrito por Larry McMurtry y Diana Osanna (a partir del relato corto de la autora Annie Proulx) no deja ningún cabo suelto y es brillante en todos sus aspectos. Brokeback está llena de poesía y metáfora en su puesta en escena, con el imponente escenario de la montaña que se yergue también como un protagonista expectante y silencioso, cómplice y testigo de ese romance que pronto se desatará como una fuerza de la naturaleza.
Nunca se nos muestran los cambios políticos o sociales que dan marco a la historia porque Ennis y Jack viven lo que tienen que vivir al margen de lo demás, su romance de cierto modo atemporal ajeno al resto; sin embargo sabemos que es una época de grandes cambios: la era Jhonson que dio paso a las corporaciones demistificando el poder de aquella otrora salvaje imagen del oeste. Los vaqueros no son los mismos de antes y nuestros dos protagonistas son la imagen de ello, son dos tipos de clase media baja en busca de mejores oportunidades. La felicidad se les dará solo en ese paraíso llamado Brokeback Mountain y no dejará de acompañarlos la nostalgia y la melancolía de lo que han sembrado. Si algo destaca en Secreto en la montaña es que se aleja de los clichés o estereotipos, Ennis y Jack viven lo que tiene que vivir y pierden lo que deben de perder sin que nada sea gratuito.
Ya comentaba que la película tiene mucho de metáfora y solo basta mencionar la escena en la que Ennis (con el acompañamiento de la excelente banda sonora original compuesta por Gustavo Santaolla,) luego de haber dormido con Jack sale confuso de la tienda de campaña raudo a ver lo que ha pasado en la noche anterior con las ovejas, la música lo acompaña y advierte su turbación: Ennis busca una respuesta que hallará cuando advierta a la oveja despellajada por un lobo. Y allí nace el sentimiento de culpa, a diferencia de Jack, que lo acompañará como un sino trágico de su carácter a lo largo de toda película.
La trama crece al paso del tiempo, Ennis y Jack se casan intentando cubrir lo que sienten para darle una fachada a sus vidas y olvidar lo que pasó en la montaña. Pero ninguno de ellos, a pesar de sus encuentros y desencuentros, de sus dudas y miedos, de su lejanía y cercanía, quiere perder ese fuerte vínculo de saberse compañeros de cuerpo y corazón. Es la fuerza de la naturaleza que los empuja a seguir pese al viento que sopla en su contra porque el mundo en el que viven, lleno de machos rudos con sus esposas, no pueden hacer lo que realmente desean, no hay espacio para el escándalo en un pueblo heterosexual y lo único que les quedará es la frustración a sus espaldas. Así cada uno lidiará como pueda con ese mal y buen sabor que les deja su pasión. La película va atando y desatando nudos sin conceder espacio a los convencionalismos, y la historia de estos amantes va creciendo y solidificándose a lo largo de 20 años de amor oculto.

A destacar las actuaciones de los secundarios y en especial de Michelle Williams como la sufrida esposa de Ennis. Brokeback Mountain eleva su calidad con una dirección artística sencilla y efectiva que privilegia los espacios abiertos y cerrados al mismo tiempo ubicando a a sus protagonistas en su espacio rural. La cálida fotografía de paisajes bucólicos y noches ensoñadoras es un trabajo de Rodrigo Prieto de máxima calidad, es ahí donde ellos pueden ser quienes son, en el campo en medio de ese paisaje agreste.
El secreto en la montaña se ha develado porque para nadie es ya un secreto que el amor libera y mucho, aunque una vez más veamos una historia gay de sufrimiento, una historia melancólica y triste, una historia que nos deja el mal sabor de saber que la felicidad todavía es difícil para dos hombres que como Ennis y Jack se aman. Es hora de ir mostrando otros paradigmas que no tengan un destino trágico sino uno que brille como el arcoiris.
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