Colección Arco Iris: Balconing! by Juan Carlos Herranz
Esta vez Juan Carlos Herranz escribe sobre el fenómeno del balconing una peligrosa práctica mortal que vuelve a rebrotar en España especialmente en ciudades como Palma de Mallorca, uno de los destinos turísticos favoritos de los jóvenes británicos que llegan para gozar de unas vacaciones descontroladas. En lo que va del año se han registrado en la ciudad seis muertos producto de este juego mortal, cuatro de ellos en la localidad de Magaluf, y tres en un bloque de apartamentos, Edén Roc.
Dos amigas están en la isla para divertirse hasta que el cuerpo resista sin presagiar que será una aventura sin retorno. Con su habitual irónico estilo y fluida prosa, Herranz nos entrega otro afilado relato corto.
Por Juan Carlos Herranz
La única puntualización
que puedo hacer es que un narrador de relatos dedicados a llamar la atención
del lector sobre la maldad del diablo ha de estar muy poco asustado al contar
sus historias pues si lo estuviese, quizá nunca podría comunicar la sensación
de ese personaje maldito e hipócrita que engaña corazones nobles con artes
negras; bien sea transformado en un apuesto banquero de ojos verdes y amplia
sonrisa o en un pequeño y mimoso caniche asesino.
Las cosas siguieron
tranquilas durante varias semanas en casa de Patty, una tímida jovencita
británica cuyo sueño era viajar a España para conocer a una artista española
llamada Cleopatra. La muchacha sopesó largo y tendido la propuesta de su amiga
Ruth para viajar por el país mediterráneo a través de una agencia Low Cost que las llevaría a conocer
Ámsterdam, Gibraltar y Bari. En principio se mostró reacia a decidirse, —quizá
porque no estaba habituada a separarse de su acomodado y sobrio entorno en
Londres o quizá a las promesas de mega fiestas —sexo, droga y alcohol
incluidos— que prometían malas lenguas ajenas a la organización. La insistencia
de su amiga duró unas semanas hasta que logró convencerse de viajar por media
Europa a bajo precio. Y es que, el irresistible anuncio de la agencia de viajes
—muy interesantes para una chica de 18 años como ella— transformó su inquietud
en seguridad. Por si fuera poco leyó en una revista española que, en fecha
coincidente a su estancia, Cleopatra ofrecía un concierto en Gibraltar
acompañada por su marido. Los días de partida se sucedieron de manera tan
rápida como lo fueron los preparativos para enfrentarse al descomunal tiempo de
cachondeo que se les avecinaba. Patty pronto se convenció de que se lo pasaría
fenomenal con Ruth de discoteca en discoteca sin que sus padres sospechasen
nada. El avión despegó el día señalado y llegaron a Ámsterdam con el tiempo
justo para dejar las maletas en su habitación y salir pitando hacia la primera
de las diez discotecas que visitarían esa noche con barra libre incluida. Las
dos jovencitas, colgadas en el cielo de la droga y el alcohol, se lo pasaron
genial en la capital holandesa llegando a romper la línea de la cordura
manteniendo relaciones sexuales con cuatro tipos que tenían un enorme
rottweiler negro llamado Cerbero:
— ¡Tía, somos dos
colgadas borrachas! —Exclamó la muchacha a su amiga Ruth antes de acostarse—.
¡Mira que entregarnos a cuatro tíos a la vez! ¡Hemos perdido las formas en el
primer día de estancia! ¡No me lo puedo creer, tía! ¡Y todo por culpa de ese
puto chucho!
— ¡Ay, sí, Mary! ¡El
puto chucho! —Sonrió con la mirada perdida por efecto de las drogas que ambas
consumieron esa primera noche—. ¿Cómo se llamaban, tía?
—Astaroth, Asmodeo,
Belfegor y el más guapo Mammon… —enumeró Patty mientras reposaron sus cuerpos
vestidos sobre sus respectivas camas—. ¡Pero el que nos animó a mantener sexo
con ellos fue el rottweiler ese! ¡El perro negro ese! ¿Cómo se llamaba?
— ¿Cerbero? ¿El
perrito? ¡Jajajajajajaja! —Lanzó una sonora carcajada—. ¡Joder tía, estás
flipada! ¡Hablemos de Mammon! ¡Ese tío era el más guapo, el más fuerte y el del
nombre más ridículo! ¡Como follaba el cabrón! ¿Verdad?
—Te pasas, tía
—contestó a Ruth—. No creo que haya estado bien lo que hemos hecho… Parecíamos
guarras… ¡Chucho asqueroso!
— ¡Tía, somos guarras
borrachas! —Extendió a duras penas su mano sobre el brazo derecho de Patty para
que no se viniera abajo en plena resaca—. ¡Borrachas y guarras pero sensatas!
¿Y qué me dices de Asmodeo haciéndomelo con su perrito de mierda? —Las
expresiones tan poco afines a unas chicas de su edad no dejaban de mostrar los
síntomas de su embriaguez y haber consumido drogas sintéticas—. Tía, de verdad,
lo curioso es que no me ha hecho daño para haber sido mi primera vez y tenía un
miembro enorme…
—No sé, tía… —le quitó
su mano del brazo para evitar que se cayese de su cama—. ¡Me da vueltas la
cabeza! ¡No debíamos haber bebido tanto! Además, ¡deja de expresarte como una
furcia de carretera! —Mostró a su amiga su malestar—. ¡Si lo sé no vengo, y
mira que tenía ganas de viajar para romper con la rutina! ¡No debí dejar que me
convencieses!
— ¡Pero, tía, qué coño
estás diciendo, tía! —Ruth cerró los ojos y se los tapó con las manos—. ¡Hemos
venido a divertirnos! ¡Todo está controlado por la organización! ¡Hemos pagado
100€ por conocer tres países y chicos guapos! ¿Qué más quieres? ¡Soy tu amiga!
¡Si este rollo fuese malo no hubiese insistido para que vinieses y te hubiese
dejado en tu casita con papá y mamá!
—…Tal vez tengas razón,
tía… —Los efectos del alcohol terminaron por dejarla más inconsciente que dormida
sobre el colchón—. Mejor hablamos mañana en el avión que nos lleva a España…
¡Ojalá pueda saludar a Cleopatra!
— ¡Menos mal que no
están tus padres aquí para verte, tía! —Con la conversación llegó el sueño—.
¡Si supiesen lo puta que eres! ¡Jajajajajajaja!
— ¡Qué imbécil eres
cuando quieres, tía! —Patty se molestó por el comentario—. ¡La culpa la tienes
tú por proponerme esta mierda de viaje! ¡Me duele muchísimo la entrepierna por
tu culpa! ¡Me haré la prueba del embarazo cuando lleguemos a Gibraltar!
La madrugada se deshizo
con la llegada de un sol que pronto mostró sus rayos vigorosos, alumbrando el
nuevo día que llevaría a Patty a descubrir el país donde todo brilla bajo él. A
duras penas despertó a su amiga. La joven sentía vergüenza por lo ocurrido la
noche anterior. Tomó una ducha prometiéndose no volver a caer en tal
depravación, por mucho que Ruth o los demás jóvenes que las acompañaban,
insistiesen en que aquellos fastos eran mano de Santo programados por la
agencia. En menos de media hora, las dos muchachas se reunieron en el hall del
hotel con el resto de los compañeros y, en apenas dos horas, el avión despegó
del Schiphol —el aeropuerto de
Ámsterdam— hacia Gibraltar. Las horas fueron transcurriendo y los dolores de
cabeza remitiendo. Las chicas tenían más tiempo que vida más allá de la llegada
al nuevo establecimiento hotelero en España pero, sin embargo, éste parecía no
poner límites a su velocidad. Un día cualquiera en Gibraltar anunciaba una
noche cualquiera en Vulcano con el fin de sobrevivir a la lujuria, la tentación
y los superficiales placeres del averno. Ruth se quejó a la organización por
tener que compartir cama con su amiga Patty pero el hotel estaba al cien por
cien de ocupación y se tuvo que conformar con lo que los 100€ del coste del
viaje le permitían disfrutar. Una vez acomodadas en el cálido dormitorio de
paredes blancas, ambas salieron por la ciudad para almorzar. Patty comenzó a
balbucear ajena a la conversación que su amiga pretendía mantener con ella
respecto de la juerga nocturna que había preparado durante el trayecto en
avión:
— ¡Si es que lo sabía!… ¡Si es que lo sabía!… Ya me lo dijo mi madre:
Mira nena, yo sigo tocando el suelo con los pies y ni loca viajaría con tu
amiga Ruth a ningún lado y mucho menos la invitaría a comer porque es una
gorrona. No viajes ni vayas a comer a ningún lado con tu amiga Ruth porque no
es buena compañía. Tú sabrás lo que haces. Eres mayor de edad y tienes que
tomar tus propias decisiones. Mira que me avisó, y
eso que mi madre es ciega, pero donde pone el ojo pone la bala. Sin embargo, la
vida no es más que un tejido de hábitos y a mí me encanta vivir experiencias
nuevas en éste mundo de cristal. Ya lo dijo Demóstenes: El alma se amolda a las costumbres, y se piensa como se vive.
¿Quién le mandaría a mi madre lanzarme esa maldición disfrazada de consejo?
Pero, ¿quién mandaría a este pedazo de zorra invitarme a este absurdo viaje?
Pero claro, como la amistad es algo que te llena el alma, que es un sentimiento
que no se te va ni con el blanco nuclear del bote de Colón y yo de paso
necesitaba un conocer a mi venerada Cleopatra… ¿Cómo no iba a invitar a Ruth a
comer antes de salir esta noche de fiesta? ¿Qué importa el que siempre me toque
a mí pagar la cuenta? El hábito hace al monje y una buena costumbre como ésta
me parece mucho mejor que la ley estúpida que impera en nuestro planeta. No sé
cómo describir mi primer almuerzo con mi amiga en Gibraltar… Yo siempre he sido
una chica tímida, llena de complejos pero este viaje, aunque comenzó ayer con
muy mal pie y cierto dolor vaginal, me está haciendo sentir divina, fantástica,
privilegiada, sensacional, bella, compasiva, comprensiva, cosmopolita, tierna y
chic. ¿Qué importa quién se haga responsable de la cuenta? ¿A quién le importa
esta puta crisis mundial dibujada por cuatro mamones afincados en Suiza? Pero
claro… una cosa es hacerse la gilipollas y otra serlo… Estoy cansada,
cansada, cansada, cansada… Mira que me lo advirtió mi madre: Mira, nena, yo sigo tocando el suelo con los
pies y ni loca viajaría con tu amiga Ruth a ningún lado y mucho menos la
invitaría a comer porque es una gorrona. No viajes ni vayas a comer a ningún
lado con tu amiga Ruth porque no es buena compañía. Tú sabrás lo que haces.
Eres mayor de edad y tienes que tomar tus propias decisiones. Debo
reconocer que el ser humano es apto para recibir consejos, pero realmente está
ansioso de aprobaciones a sus locuras. La realidad fue bastante más indigesta
de lo imaginado. Pues no quedamos en comer en un Burguer Speedy la tía espera hasta el último instante, justo al
momento anterior al de: hola, buenas
tardes, queremos una hamburguesa wonder con queso picante chillón tostado
en pan de torrija de la abuela, calentado vuelta y vuelta a la brasa y horneado
a los tres gustos de pimienta cayena. Ese mismo instante en el que la chica
con acné, pelo grasiento y virgen de ombligo te dice: Perdón, no le he entendido. ¿Me puede repetir la especialidad, please?
y tú vuelves a indicar después de mandarle a tomar por el culo entre dientes: Tía, haz el favor, que no hablo bien
castellano. Queremos una hamburguesa wonder con queso picante chillón
tostado en pan de torrija de la abuela, calentado vuelta y vuelta a la brasa y
horneado a los tres gustos de pimienta cayena. Y ya que insistes, tía, me pones
dos patatas más y un decilitro de lo mismo por otros 5 euro, que en los tiempos
que corren eso no es nada por un poco más de mierda… El caso es que después
de pedir dos hamburguesas wonder con queso picante chillón tostado en pan
de torrija de la abuela, calentado vuelta y vuelta a la brasa y horneado a los
tres gustos de pimienta cayena, con promoción de 5 euro más por nada, que una
chica de hoy en día como yo, otrora tímida pero ahora transformada en un ser
divino, fantástico, privilegiado, sensacional, bello, compasivo, comprensivo,
cosmopolita, tierno y chic se merece, no se le ocurre otra cosa a mi querida
amiga de la muerte que decirme: ¿A dónde te crees que vamos, tía? ¿Pero tú
estás desesperada, loca, atada de mente o te has vuelto caníbal?
Que ella se había vuelto vegetariana después de atiborrarse de drogas la noche
anterior y no estaba dispuesta a comerse un marrano prefrito porque es una comida americana de mierda que para
lo único que sirve es para lubricar los traseros de los hombres de negocio o de
algunos periodistas. Estamos en España y antes de ir a la discoteca nos comemos
una paella. Y punto. Y ahora pagas tú.
En ese momento llegué a
la conclusión de que no hay amistad o amor más sincero que el que el que se
puede sentir hacia la comida. No daba crédito a lo que mis oídos escuchaban.
Pero ¿cómo voy a respetar nuestra amistad en tan malignas condiciones? Siempre
había pensado que hacer el amor se resumía en construir un templo de gemidos al
cariño con la piqueta de la carne de un príncipe azul pero esta mamona
prostituye su cuerpo con cuatro tíos en Holanda, me arrastra a mí sin
delicadeza y ahora me dice que quiere cenar una paella. ¡Maldita furcia
drogadicta, yonqui, extasiada de mierda! ¿Cómo puedo confiar en ella si me
quiere hacer pagar dos veces? ¡Claro, que de eso nada! ¿Qué es una rebelde de
nuestra sociedad? Una mujer que sabe decir no. Ruth se puso bien puesta, con
los implantes de silicona que le habían pagado sus padres el año pasado mirando
al norte, pero le dije: Mira tía, de eso
nada, tú no me puedes tomar el pelo en este momento tan crucial para mi vida.
Estoy convencida de que decimos tantas tonterías que hasta los animales
permanecen callados desde hace siglos porque prefieren morirse en silencio a
opinar sobre nuestros temas de conversación… Cuando se mueren siguen sin decir
nada… Mira, tía, no es por meterme contigo… Te encuentro un poco verde, tienes
hasta los ojos fuera de órbita… Al verte esta tarde no estaba segura de si eras
tú o la oveja Dolly después de los ensayos… ¿No te parece oportuno comportarnos
de una manera civilizada, tomarnos nuestra respectiva hamburguesa wonder
con queso picante chillón tostado en pan de torrija de la abuela, calentado vuelta
y vuelta a la brasa y horneado a los tres gustos de pimienta cayena, con
promoción de 5€ más por nada y regresar al hotel para vestirnos de gala y
bailar como señoritas?
¡Dios mío! ¿Para qué se
me ocurrió intentar convencerla con buenas palabras en el estado en que se
encontraba? Epicuro afirma que nada es suficiente para quien poco es lo
suficiente… Me puso de todos los colores en la misma puerta del local del Burguer Speed. Me comenzó a
gritar como un energúmena poseída, quizá debido a la gran cantidad de drogas y
alcohol que ingerimos en Ámsterdam, al veneno de alguna tarántula de ciudad e
incluso me dio por pensar que sus malas formas se debían a la falta de
vitaminas… ¡Madre, madre, madre… la madre que me parió! Si es que antes que el
huevo o la gallina, fue mi pregunta… Si es que nunca se sabe cuántos amigos
tienes hasta que las cosas van mal… Si ya le dijo un espermatozoide a otro: Oye, ¿nos falta mucho tiempo para llegar al
útero? Y yo que sé tío, búscate la vida, creo que estamos en la tráquea todavía.
¡Mira si fue grave mi incoherencia en ese instante, que admirando la humildad y
la sabiduría de mí misma, no me dio más que por recitar en voz alta todo tipo
de insultos y mi amiga, algo típico en nuestra patética sociedad sin valores,
hizo lo propio chillándome puta, puta,
puta; superputa desatada… ¡Cuando regresemos a Londres se lo cuento todo a tus
padres! Lo más indigno de Ruth fue que, en su desorbitado inconformismo, en
ningún instante le dio importancia a los buenos sentimientos que nos habían
llevado hasta este escandaloso viaje Low
Cost. Estaba histérica. La gente nos miraba con cierta tristeza en sus ojos
cada vez que nos veían gritando. Mira que ese día me sentía divina, fantástica,
privilegiada, sensacional, bella, compasiva, comprensiva, cosmopolita, tierna y
chic, pero al percatarme que tantos ojos ajenos se clavaban en una… ¡Oye! ¡Como
para no sentirme intimidada, la verdad! Soy británica y no me apetecía ni lo
más mínimo que los españoles tuvieran mala imagen de una chica tímida y
estudiosa como yo. Mi amiga estaba tan flipada que no encontré más salida que
decirle con las horquillas en las pestañas: Oye,
maricona, cierra la boca o te meto una hostia. Estás más drogada que ayer. Tú
ganas. Vamos a comer paella de pescado A banda y regresamos al hotel para
vestirnos de gala. Eso sí, te advierto que esta noche no me acuesto con ningún
tío. Recuerda que esta travesía por Europa continental es de índole cultural y
a ti el vicio te puede, tía.
Patty volvió en sí. Su
amiga Ruth la estaba zarandeando por el hombro para que reaccionase. La
Justicia de este mundo de cristal es ciega. Por ese motivo, las dos muchachas
de Londres jamás lograron divertirse en su particular conquista de juventud. En
este mundo lo único constante que existe es la inconstancia. Tan solo tenemos
que interpretar nuestro papel y mostrar, como señal de inferioridad, que
entregarnos al mal reprime nuestros miedos para la eternidad. En ocasiones
somos cobardes envueltos en papel de oro por eso nos cuesta tanto abrir
nuestros sentimientos al bien. Al llegar a la séptima planta del hotel, Patty
comenzó a sentir los efectos de las drogas sintéticas que su amiga Ruth volvió
a compartir con ella. El sabor del arroz dentro de sus bocas sabía rancio,
podrido, ácido… Con cierta dificultad lograron abrir la puerta de su
dormitorio. El reloj de Patty marcaba las nueve de la noche. Los organizadores
las estarían esperando a la puerta del autobús a las diez. Visitaría doce
nuevas pistas de baile que habían contratado dentro del pack Low Cost. A ninguno de los organizadores
les importaron sus vidas. Dinero siempre es la palabra mágica de los corrompidos.
Las jóvenes se apoyaron sin apreciar el daño físico que les estaba causando
aquel viaje sin retorno. La fe que algunos seres humanos muestran hacia otros
sin escrúpulos es tan ciega que, como el falso amor que ofrece el diablo,
termina por ser objeto y fin de la bala que fue puesta por el ojo avizor.
Sobrevivimos en el planeta Plutón donde todo el mundo desea conocer a las
celebrities y alcanzar el becerro prohibido por Dios. Un planeta en el que ni
los buenos son tan buenos ni los malos somos tan malos. Un día cualquiera en
Plutón supone sobrevivir, jornada tras jornada, a ese infierno donde las
sombras quieren abrasarnos con el calor de nuestros pecados. Llega la bestia.
Las siete nuevas plagas anunciadas por el Señor y el ascenso al poder de las
huestes demoníacas. Llegan desafiando. Hace mucho calor. En el exterior del
establecimiento los termómetros marcan 40 grados centígrados. Ruth no escuchó a
Patty cuando le pidió que dejase el aire acondicionado puesto. La habitación es
un horno a presión. Tan pronto se acomodan, Patty propone a su amiga despejarse
en la terraza. Tiene una expresión extraña. No reconoce a Ruth. Cuando regresen
a Londres investigará lo ocurrido con ayuda de sus padres. Ahora necesitan
respirar. Ella piensa por su amiga. La amiga piensa por ella. Dos muchachas y
un destino. Al asomarse a la calle ven reflejada la luna llena en la piscina
del hotel:
— ¡Tía, me encuentro
fatal! —Exclama Ruth mal apoyada en la barandilla—. ¡Estos borrachos españoles
nos han debido meter mierda en esa paella! ¡Seguro que el pescado estaba mal!
— ¡Estamos colgadas en
este cielo por culpa del alcohol y las drogas, tía! —Dos lágrimas resbalan por
sus mejillas sonrojadas—. Me duele que hayamos hecho mamading (1) en Ámsterdam, como
ponían los titulares de esos asquerosos periódicos españoles, franceses e
italianos… Pero más me duele haber perdido una buena amiga como tú… Me has
fallado… Ya te contaré en casa las obscenidades a las que te has dedicado esta
noche…
— ¿Por qué lloras, tía?
¡Somos dos colgadas borrachas, nada más! ¡El pescado nos ha sentado mal!
—Intenta consolar a su compañera de viaje—. ¿Lloras por lo que hicimos en
Holanda? ¡Pero si lo pasamos de puta madre! ¡Barra libre, chicos guapos,
libertad, juventud…! ¡Y un perro que te hablaba! ¿Qué más se puede esperar por
100€ que hemos pagado! ¡Es el precio de nuestro destino!
— ¡Tengo un dolor de
cabeza, tía! —Patty seca sus lágrimas de emoción—. No lloro por Holanda, tía,
aunque me molestó nuestro comportamiento en Holanda, tía, aquí hemos arrasado,
especialmente tú con todos los chicos que se han acercado a ti. —Con sus manos
hace lo propio con la mucosidad que se le escapa por la nariz—. ¡Mírala!
—Señala la piscina—.
— ¿Qué coño tengo que
mirar, tía? —Apenas si puede centrar su atención en la conversación—. ¡Todo me
da vueltas! ¡Puta paella! ¡Me arde la garganta! ¡Siento en la garganta algo
ácido!
— ¿No ves, idiota? —Las
alucinaciones provocadas por consumir drogas comienzan su labor—. ¡Cleopatra
está en el fondo de la piscina cantando! ¡Me encanta! ¡Vivimos en una nueva era
donde los sueños se hacen realidad!
— ¡Hostias, tía! —Ruth
se sorprende al comprobar con certeza las palabras de su amiga—. ¡Es verdad,
tía! ¡Tu cantante favorita está en el fondo de la piscina cantando! ¿Qué coño
hace a estas horas cantando en el fondo de la piscina? ¡Nos sonríe, tía, que
bueno, tía! — Oye, tía, ¿no estaremos borrachas, verdad, tía?
— ¡Ni drogadas, tía!
—contesta eufórica Patty a su amiga. — ¡Tía estamos en un séptimo piso, tía!
—advierte al intuir sus intenciones.
— ¡Qué más da, tía!
—sonríe en el que creía ser el día más feliz de si vida—. ¡Tenemos alas, tía!
¡Podemos volar!
Y así fue como las dos
muchachas dieron el salto mortal, y claro, murieron en el acto alcoholizadas,
drogadas y engañadas por la cara menos amable de la realidad que se nos quiere
maquillar. Dos jóvenes inocentes murieron en un diabólico balconing (2). Un par de vidas más
no son nada comparadas con la de miles de seres humanos que pueblan nuestro
planeta convertido en Plutón. Esta es la verdad. La humanidad se ha vuelto
insensible a los titulares. Unos exclusivos clientes alojados en la tercera
planta de un hotel cercano comentan asombrados lo acontecido:
Cleopatra:
¡Dios santo, qué horror! —Señala las ambulancias que llegan al otro lado de la
calle—. ¿Qué habrá sucedido allí? ¡La multitud es impresionante!
Marco Antonio:
¡Nada, cari, otras dos guarrillas depravadas que se han matado practicando el balconing! Por
lo visto se han lanzado a la piscina desde la séptima planta. ¡Un doble salto
mortal! —Ironiza sobre la desgracia ajena—. En su pueblo seguro que eran
personas modélicas y viajan a otros países a joder la marrana… Y luego los
británicos se preguntan el motivo por el que los españoles somos más longevos…
Cleopatra:
(mirando al cielo) ¡Dios santo!
1. (del español,
Mamada) Práctica consistente en realizar sexo oral a los asistentes de un local
a cambio de descuentos en barra. Esta aberrante práctica es delito.
2. Práctica consistente
en lanzarse desde el balcón de los hoteles a la piscina. Peligrosa práctica que
consiste avanzar saltando de balcón en balcón de un hotel para al final dar un
salto al vacío. Esta aberrante práctica es delito.
Publicado por Editorial Círculo Rojo para La Revista Diversa.
ISBN: 978-84-9115-022-0
DEPÓSITO LEGAL: AL 592-2015
Fotografía cubierta: Shirley StonyRock
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna y por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor. Todos los derechos reservados. Editorial Círculo Rojo no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).»
IMPRESO EN ESPAÑA – UNIÓN EUROPEA
Comentarios
Publicar un comentario