EN PRIMERA BUTACA: GOD'S OWN COUNTRY O TIERRA DE DIOS


Por Antonio Capurro

Si todavía no la has visto debes hacerlo ya. La puedes encontrar en streaming, aunque no perdemos la esperanza que se estrene quizá en el Perú, ¿llegó a tu paíss? God's Own Country o Tierra de Dios forma parte del nuevo cine gay o post gay, de ese discurso fílmico que se desliga del clásico derrotero de sufrimiento o vidas sin futuro esperanzador que solían tener las películas con personajes LTGBQ o parejas del mismo sexo, tal como lo recogía el documental El Celuloide del Closet. Este nuevo mensaje ya lo habíamos visto en el filme Carol de Todd Haynes cuyo final nos advierte que la vida será mejor para ambas mujeres.

Tierra de Dios (2017) es la ópera prima del director británico Francis Lee, que nos entrega aquí un retrato rural lleno de fuerza interpretativa, riqueza visual y sólido guión. En Gran Bretaña tuvo mucho éxito de público y por supuesto en los festivales donde ha sido presentada. La historia se desarrolla en el campo, de ahí las comparaciones con Secreto en la Montaña (2005) de Ang Lee, pero dista mucho de ser parecida. Aquí no se trata de dos vaqueros en el oeste americano sino de dos granjeros de Yorkshire.

De plano vemos a Johnny Saxby, el protagonista, un joven campesino (no todos los gays viven en las grandes ciudades) de clase trabajadora cuyas labores en la casa tienen que ver, por supuesto, con sus deberes de administrar la granja. Entre tanto, le queda tiempo para echarse un polvo con otro chico de su edad o beber en la taberna del pueblo. No tiene novio o enamorado o algún tipo de relación sentimental con un hombre porque su problema es que no sabe manejar bien esas habilidades emocionales que le permitan sentir empatía verdadera con otros. Hasta ese momento todo ha sido sexo nada de hacer el amor. Yorkshire no es Londres es un lugar donde la máxima diversión de los habitantes juveniles ni siquiera es el Grindr o el Scruff. 

El tedio y el hastío en el que a ratos mengua la existencia de Johnny se verá interrumpida con la llegada de un extranjero inmigrante llamado Gheorgue (Alec Secareanu), quien es contratado por el abuelo Saxby para ayudar a su nieto en la granja. Johnny y su abuelo no se llevan muy bien, aunque sí un poco mejor con la abuela. Es un chico retraído, poco sociable, a veces con un comportamiento un poco irascible, tal cual potro salvaje. Todo ello cambia con la presencia de Gheorgue, cuya atracción le abre las puertas a sentimientos no descubiertos hasta ese momento. De ahí no existe marcha en retorno, el amor florece como las flores del campo, a veces tierno, salvaje o pasional.

Cuando vemos a Johnny tratando de dominar a Gheorgue durante el primer momento de intimidad vemos que no será una tarea fácil porque el rumano a quien desea profundamente aplicará sus propias reglas y ese un juego que él anhela descubrir aunque a ratos oponga resistencia. Filme de miradas, de recorrido de los cuerpos, de conocer los gestos de los personajes que juegan a ser cómplices de la cámara. El director Francis Lee saca lo mejor de los dos actores principales, para entregarnos una película rotunda. El trabajo que ambos hacen en la zona alejada de la granja cuidando las ovejas es un cortejo y al mismo tiempo un viaje de enamoramiento en medio de ese paisaje bucólico que la fotografía capta intensamente como si fuera otro personaje más con el cual destapan o cubren sus afectos. 

Tierra de Dios es un filme que también nos habla del desarraigo en este caso del rumano Gheorgue quien ha llegado desde muy lejos para labrarse otro porvenir y también de la aparente xenofobia que expresa Jhonny al inicio llamándolo gipsy en forma despectiva y burlona. La escena de la pequeña oveja que protege Georgue ante el rechazo de la madre significa el cuidado y sentido de pertenencia encontrados en esa nueva relación que ambos han empezado que necesitarán protegerla. Y luego esa misma ovejita encontrará una madre sustituta, vemos a Gheorgue quitándole la piel a la cría muerta para vestir al sobreviviente. Es lo mismo que ellos harán con esta fase de sus vidas que deberán enfrentar para seguir creciendo. 

Vemos también como Gheorgue debe lidiar con la hostilidad de la gente del pueblo en la escena de la taberna y lo hace con la dureza que la ha dado su trajinar foráneo. Él es un survivor que sabe lidiar con los problemas, algo de esa madurez se la enseñará a Jhonny, un chico que no se las tiene fácil porque además tiene que lidiar con los problemas frente a la enfermedad de su padre con quien no sabe tampoco comunicarse muy bien. No estamos frente a un drama o una tragedia extraordinaria, todo lo contrario, Tierra de Dios es un filme para vivirlo y sentirlo muy personalmente, eso es el máximo logro de una película honesta con su planteamiento, con al cual nos conectamos de principio a fin entregándonos como sus protagonistas al afán de verlos amarse y querer como ellos que ese amor culmine en felicidad en esa tierra de un mismo dios. 

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