El CLOSET ABIERTO DELUXE: Eterno Rock Hudson

Por Antonio Capurro

Su nombre era Rock Hudson y fue uno de los galanes más famosos de Hollywood, grande como su altura. Celébremente recordado también por ser la primera víctima famosa del virus del SIDA y un actor que ocultó muy bien homosexualidad en una época que la industria del cine todavía no salía del closet. En el séptimo arte fue uno de sus máximos ídolos, la encarnación del héroe romántico, ese al que las mujeres adoraban y aquel que los hombres heterosexuales querían ser.

Lo que Rock nunca se imaginó es que tras su muerte llegaría el escándalo debido a que de unos de sus últimos amantes, Marc Christian, en su ambición por obtener parte de la herencia demandó a la administración de los bienes de Rock Hudson denunciando una conspiración en contra de su integridad física al habérsele ocultado sobre el VIH. A pesar de conseguir seis millones de dólares por parte de la corte de Los Ángeles, la imagen negativa de Christian quedó puesta en evidencia al conocerse del rechazo y desprecio de Hudson por culpa de su infidelidad y engaños. 

Durante treinta y seis largos años, quien cautivó al público femenino con su recia apostura y virilidad, mantuvo en silencio y en privado una doble vida que empezó desde su ascenso al éxito en 1954 con su primer papel de galán en “Sublime Obsesión” junto a Jane Wyman. En sus inicios para llegar a ser una estrella, Rock solía pararse en las puertas de los estudios Universal con el único fin de ser descubierto, pero además hizo de camionero, cartero y vendedor. 

Hasta 1948 el muchacho de casi dos metros nacido en Wittneka, Illionois el 17 de noviembre de 1925, sólo era un simple mortal llamado Roy Scherer, antes de la separación de su padres, y Roy Fitzgerald, al ser adoptado por su padrastro. Pero al dejar su pequeño pueblo en busca de su gran sueño, el tímido Roy encontró en la comunidad homosexual californiana al hombre que lo guió al éxito, Ken Hodge, uno de sus primeros agentes y amantes, experto cazador de talentos y de hombres jóvenes, que le creó un nuevo nombre: ROCK HUDSON. 


Tras un período de aprendizaje en los estudios Universal donde siguió clases de actuación y se preparó para ser una estrella, Hudson fue puesto a prueba en pequeños papeles como en “Fighter Squadrom”(1948) de Raoul walsh, donde apenas decía un texto de nueve líneas, empezando así su vertiginoso ascenso que lo condujo a retos mayores y de veinte dólares a la semana al indiscutible salario astronómico por “Gigante”(1956) de George Stevens, filme por el que recibió su única nominación a los Oscar. Después de un sinnúmero de irregulares cintas de clase B principalmente interpretando papeles que destacaban su imponente físico logró ganarse a pulso un status privilegiado en Hollywood. 

Por un período de dos décadas el nombre de Rock Hudson figuró entre los actores más taquilleros del écran. Rodeado siempre de bellas mujeres en los estrenos y para las fotos de las revistas, Rock se las ingeniaba muy bien para camuflar su encubierta homosexualidad con su amante Jack Navaar, y era tantas sus precauciones debido a su fama que inventó un código secreto para decirle “yo te quiero”: 1, 2, 3; dando tres golpecitos sobre un mostrador o debajo de una mesa cuando estaban rodeados de gente. Sin embargo, las presiones del estudio más los comentarios de la prensa que cuestionaban su soltería a sus 35 años terminaron por convencerlo que para proteger su carrera debía casarse. Y lo hizo con Phillys Gates, la secretaria de su agente Henry Wilson, pero el matrimonio terminó por disolverse en 1958, casi a los dos años, cuando ya disfrutaba del sabor de la fama. 

Luego de la separación que aparte de afectarlo emocionalmente le reportó la pérdida de su primera casa, Rock se abocó por entero al trabajo. Es así como a fines de la década de los cincuenta interpretó al soltero empedernido que no desea asumir un compromiso serio con Doris Day en la comedia romántica “Secretos de Alcoba”(1959) dirigida por Delbert Mann que mostraba los convencionalismos sexuales de la época. Tanto fue el éxito y la química entre ambos que fueron considerados como una de la mejores parejas de la historia del cine e hicieron un par de películas más, una de las cuales “Vuelve, amor mío”(1962), cosechó más triunfo que su predecesora en taquilla y crítica. 

Con la declinación de los grandes estudios, el ascenso de los productores independientes y el auge de la televisión, la década de los sesenta representó un reto para la continuidad de actores como él acostumbrados a la parafernalia del entretenimiento que esta vez exigía mayor realismo. Años de tensión política y social: Vietnam, los ghettos racistas. De ser el número uno en la lista de popularidad, Hudson fue cayendo hasta desaparecer del todo en 1967. Justo cuando empezaba a mostrar una mayor madurez escénica con películas incomprendidas en su momento como “Seconds” de Jhon Frankenhemimer, a la cual consideraba el propio Rock una de sus mejores interpretaciones, los papeles empezaron a escasear aceptando nuevamente filmes de poco vuelo que lo mantuvieran en actividad: Tobruk, Estación Polar Cebra. 

En libertad para elegir sus papeles y sin los que un estudio determinara realizó elecciones desacertadas que sin embargo le redituaron ganancias. Mientras tanto menos presionado por cuidar su imagen de macho, a comparación de los años cincuenta cuando el pasquín Confidential estuvo a punto de sacar una primicia sobre su homosexualidad, se dio mayor libertad para su intimidad dentro de “EL Castillo”, su residencia estilo español, lugar privado e idóneo para citas amorosas. Allí habría de vivir también sus relaciones más duraderas de pareja en compañía de Lee Carlington, Jack Coates y Tom Clark. 

Con el advenimiento de los setenta: la era hippie, los prolegómenos del activismo gay, la reivindicación racial negra, la carrera de Rock experimentó grandes cambios. Existiendo pocos papeles disponibles para un galán como él decidió oír los consejos e hizo Mac Millan y esposa, serie de televisión que grabó durante seis años. Entretanto aprovechó también para subir a las tablas, algo que no había hecho nunca, con “I do, I do”, “Jhon’s Brown Body” y “Camelot”, papeles por los que obtuvo buenas críticas. En 1978 cuando la carrera de Rock declinaba aún más, tuvo tiempo para experimentar con el sexo a veces de forma muy promiscua en una época donde los gays salieron de su encierro proliferando clubes y baños sauna donde los hombres podían encontrar aceptación, compañía y placer junto a otros hombres. 

Desafortunadamente por aquellos días de extremo desenfreno, después de tantos años de encierro y postergamiento, aparecería pronto la terrible epidemia del SIDA. En 1981 comenzaban a circular rumores acerca de “un cáncer singular que está matando a homosexuales”. Al poco informes médicos de grandes ciudades confirmaron la existencia del SIDA como una enfermedad nueva reconocida en casos de varones homosexuales con disminución del sistema inmunológico. Entretanto, dejando muy atrás sus años de gloria con ofertas fílmicas mediocres y dedicado casi exclusivamente a trabajos en la televisión, la fama de Hudson fue decayendo. Para 1984, cuando recibió el golpe de gracia: el diagnóstico del SIDA, lo único que Rock, Mark Miller y George Nader, sus dos mejores amigos desde 1951, sabían del virus era que no se sobrevivía. El semanario Newskeek había publicado un artículo en 1983 calificando a la terrible enfermedad como “la amenaza a la salud de nuestra época”. 


Rock trató de vencer al SIDA con la terapia más avanzada en ese momento: la droga HPA 23, viajó a París para seguir un tratamiento que estaba dando resultados. Pero en lugar de seguir las indicaciones de su médico de volver periódicamente a recibir las inyecciones para mantener estable la enfermedad, decidió aparentar que no tenía nada y continuó trabajando pese a su notable deterioro físico apareciendo así en “Dinasty” y “Los mejores amigos de Doris”. Inevitablemente, lo que Rock había guardado tan celosamente saldría al descubierto con el anuncio oficial que padecía el SIDA, hecho que no obstante ayudó a tomar conciencia de un mal en vertiginoso ascenso a nivel mundial. 

En sus últimos días le pidió a las personas que mejor le conocieron, a sus verdaderos amigos, que colaborasen con Sara Davidson en la reconstrucción del libro sobre su pasado, un pasado vivido con intensidad y pasión en el que fue profundamente amado por el público, sus amigos y sus amores. Tal como él lo dispuso, su cuerpo fue cremado y sus cenizas esparcidas al mar rumbo a la eternidad. 

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